Memoria de los días FELICES, INFELICES Y PLANOS (1)
Miércoles, veintiséis de enero de dos mil veintiuno. Por la tarde.
Hoy ha tocado Ni Feliz ni Infeliz, así que solo me queda Plano. Las circunstancias y yo hemos empatado: ellas han atacado y yo me he defendido como he podido.
Nada más levantarme una mala noticia: El maldito Herpes Zoster, que hizo su aparición en mi cuerpo dos veces el año pasado (una de ellas, con consecuencias dolorosísimas durante cuatro meses y la otra impedí que se desarrollara porque actué rápidamente), se ha asomado a la misma zona de mi cuerpo que las dos veces anteriores. La causa, la misma: el viernes pasado me vacuné por tercera vez contra el Covid, y cuatro días después el Zoster aparece, tétrico e infalible. Nada más verlo, a las siete y media de la mañana, salí corriendo a un centro médico a que me recetaran una medicina de rápido efecto. Quizá me tendría que vacunar contra el maldito Zoster, en vez de contra el Covid. Debo ocuparme de vacunarme de inmediato. Más tarde, a final de mañana, un odontólogo me empastó una muela, y un poco después un repartidor de Gas Oíl me llenó el depósito de mi sistema de calefacción y asestó un durísimo golpe a mi maltrecha economía. Un día en el que hice lo que tenía que hacer, pero todo ello en posición defensiva (y costosa). Se me han quitado las ganas de seguir escribiendo. Lo dejo ya.
La Fotografía: Un lagarto muy grande (más bien era un cocodrilo), se mantuvo amenazante, con la boca abierta, durante todo el tiempo en el que estuve allí, fotografiando las botellas de alcohol que no me había bebido.