DIARIO ÍNTIMO 27
Miércoles, uno de junio de dos mil veintidós
… Retomo lo que dije ayer que me proponía escribir y no hice (sobre mi vida sentimental).
Quien siga este diario sabrá que mi relación con Carmen (un noviazgo muy precario que duró seis meses con un interludio o ruptura de un par de semanas en la primera parte del simulacro); este noviazgo que no tendría que haber comenzado nunca, acabó al mismo tiempo de un viaje que hicimos (estaba decidida la ruptura de antemano, ya no nos soportábamos). El día siguiente entré nuevamente en el mundo de los contactos virtuales, que tan mal se me da. Me inscribí en dos páginas, de una me di de baja a los quince días por aburrimiento y de la otra todavía no me he decidido a hacerlo, pero lo haré pronto, de hecho, la presto poca atención. Entonces, no tendré páginas a las que recurrir para conocer a mujeres desconocidas y virtuales (otro tipo de desconocimiento, igual de inútil). No me importa demasiado porque en dos meses las mujeres a las que he intentado acercarme ni siquiera se han dignado en mirarme y mucho menos dedicarme una sola palabra o un solo minuto de su tiempo; salvo dos.
Se dice que el interés esencial y unánime de las personas que hormigueamos en las redes sociales de ligue lo único que pretendemos es follar. No es mi caso. Aunque puedo tener sexo sin sentimentalismos, no en vano siempre he sido un entusiasta lector de Bukowski: “La relación sexual es darle patadas en el culo a la muerte mientras cantas”, prefiero que haya un componente amoroso, tal vez porque tengo el tonto prejuicio de que aporta calidad sexual, o, simplemente, se trate de idealización o mala conciencia. Ambas cosas no pueden ser más idiotas. O, porque piense que el hecho sexual, sin más, es demasiado efímero e intranscendente como para que merezca la pena el sudor, a pesar de mi admirado Bukowski. Me estoy perdiendo en divagaciones.
Hablaré de las dos únicas mujeres con las que me he relacionado a través de la web de contactos, pero será mañana…
La Fotografía: Esta es una de las fotografías que creo haber utilizado para conformar mi perfil de hombre atractivo e interesante entre cincuentonas (solo hay que fijarse en mi gesto de hombre que mira al infinito como si su pensamiento tuviera una profundidad y un alcance capaz de sugerir la mayor intensidad vivencial, por no hablar de recónditos secretos que solo pueden apasionar y provocar los mayores e intensos placeres) ¡¡¡que risa!!! si no fuera tan ridículo. Obviamente, las pre-sexagenarias y las sexagenarias mismas No se han sentido tocadas por mi poderosa imagen de hombre prometedor y excitante ¡¡¡qué listas!!! ellas y que patético yo.