LOS DÍAS (20)
Jueves, nueve de junio de dos mil veintidós
… No sé por qué, dije que sí al evento. Quizá por quitarme de en medio a ese amigo plasta, pero de conciencia solidaria (los solidarios son gentes que yo no suelo entender y por lo tanto evito el contacto con ellos, para no exasperarme).
Pero no creo que fuera por eso exactamente, sino más bien porque sé que mis fotos acabaran en una fogata al atardecer (prefiero eso a un contenedor de mierda). Luego, si las voy repartiendo antes, mejor para ellas, me dije. Sí, creo que la participación en el evento lo hice por mi foto, que no tiene culpa de nada. Lo gracioso será si no se vende (copia baritada de 50*60 copiada para larga duración y enmarcada, tan solo por 200 €). No se venderá, seguro. A partir de ahí no sé lo que pasará porque no me he preocupado de saber qué harán con ella. Será su problema o el mío si me la devuelven.
La Fotografía. Pared de la sala donde tenía lugar el sacrificio y glorificación de mi fotografía, que extraje al azar de un montón de los varios montones en los que agolpo mis copias enmarcadas. La elección impremeditada podrá permitir a esta fotografía beneficiarse de un indulto (estaba condenada a muerte) y, si tiene suerte, permanecer colgada en el pasillo de un alma solidaria, o de una buena familia católica, con la conciencia tranquila.
PS. La Foto No Se Vendió. (me la devolvieron).