LOS MICROVIAJES: San Lorenzo de El Escorial (y 4)
(martes, seis de septiembre de 2022)
…Dos horas después salí del descomunal edificio con sensación de alivio y de que tan solo se visitaba una pequeña parte de este. Probablemente, el resto estaba vacío, pero eso no lo supe ni me importó.
Rodeé el Monasterio y me dirigí a los jardines, orientados al sur. Caminé de un extremo a otro y no me encontré con ningún elemento digno de mención, ni esculturas, ni árboles, ni profusión de plantas florales; tan solo setos de repetidas formas geométricas con poca gracia. Los jardines no es que fueran austeros, si no que eran pobrísimos y desprovistos de cualquier forma que pudiera asimilarse a originalidad, imaginación o exuberancia.
No había apenas visitantes (costaba esfuerzo encontrar el acceso, mal indicado). Fotografié un poco.
Salí del recinto cruzando amplios espacios diáfanos que limitan el lado norte y oeste del Monasterio y di una vuelta por los alrededores. Vi un indicador que señalaba la ubicación del Real Centro Universitario María Cristina de El Escorial, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid. Decidí entrar dispuesto a echar un vistazo, dado que estaba ubicada en un edificio histórico. Nada más entrar, una gafosa detrás de una ventanilla me preguntó: ¿adónde va? –a mirar-, contesté; y ella: –no se puede mirar-, ¡¡¡pues vaya!!! Acerté a decir mientras me daba la vuelta contrariado, sin tan siquiera dirigir una mirada a la gafosa. Una de mis últimas normas de conducta aprobada en comité conmigo mismo es, -nunca discutas con nadie sino es absolutamente necesario- (y a ser posible, ni siquiera hables).
La Fotografía: Quizá la vista general del mastodóntico edificio, en una perspectiva sugestiva, airosa, equilibrada, bien iluminada, fuera lo mejor de mi visita fotográfica.