DIARIO DE VIAJE: Al Sudoeste
Día 1.2 Lunes (19.09.2022)
… En esta primera mañana de viaje hubo un grandísimo desencuentro entre el dichoso navegador y yo. Sonaba una voz dándome indicaciones y unos instantes después otra voz (o la misma, para fastidiar más todavía) que me decía que tomara una dirección contraria a la primera. El navegador se había convertido en humano dado que era la contradicción misma; pero además un humano de muy mala sombra que me consideraba su íntimo enemigo. La bromita tecnológica y mi propia inepcia me supuso hacer cien kilómetros más hasta llegar a Trujillo, siguiente parada. Tenía que haber llegado a esa ciudad en torno a las dos y llegué a las tres y media. A pesar del estúpido contratiempo, me sentía de muy buen humor y ni siquiera me enfadé conmigo mismo, reacción que suelo adoptar con suma facilidad.
Aparqué en la zona baja de la ciudad e inicié una despaciosa ascensión hacia el punto más alto. Lo primero que vi fue la Puerta Arco de la Sangre; luego, La Alberca (fotografié); El Mirador de las Monjas; El Museo de Francisco Pizarro, al que no entré porque no abrían hasta las cinco y media; el Castillo y murallas (antigua alcazaba árabe), donde me entretuve más que en cualquier otro sitio (fotografié profusamente); la Iglesia de San Martín de Tours, que visité para continuar y finalizar en la Plaza Mayor, de especial esplendor…
La Fotografía: En Trujillo había muchos visitantes, fui encontrándome con ellos por doquier, especialmente en el Castillo donde había al menos dos excursiones de la tercera edad, y parejas solas, también viejos. Todos viejos y muy pálidos (los años empalidecen el cuerpo y el alma). Yo también. Todos contraídos (menos el hombre del primer plano de la fotografía, pero es que había sido grande toda su vida, seguro).
“Extraños, extraños, extraños, un infinito de extraños. Y yo, un extraño, solo”. Antonio Porchia