COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS
Sábado, uno de octubre de dos mil veintidós.
VEINTITRÉS: He oído, en los dos últimos días, la última obra publicada en formato libro, y más concretamente, para mí, en audible, de Fernando Savater: Solo integral. En realidad, el contenido ya había sido publicado en prensa desde mediados de la década pasada, en forma de pequeños artículos, micro ensayos (mejor ese concepto), sobre actualidad, especialmente política. Contradictoriamente, en la presentación de la edición Savater afirma estar retirado de sus desvelos e irresistible vocación de hacer análisis político; y quizá sea así ahora, pero no desde dos mil quince hasta dos mil dieciocho, más o menos el periodo que abarca la recopilación.
Sus observaciones, lúcidas, como no puede ser de otro modo en su caso, giran en torno a cuatro ejes nucleares y de esencial importancia para todos nosotros, los que aún seguimos considerándonos hijos de la cultura y lengua española; a saber: el trasnochado y suicida independentismo (con la subtrama de prebendas y mimos a los terroristas y sus actuales valedores, así como los traidores sediciosos); la permanente injusta e intolerable agresión a la lengua española; el necesario cuestionamiento de la corrección ética que se arroga la izquierda, o dicho de otro modo, la permanente manipulación de valores por los llamados “progresistas”; que, obviamente, no lo son en absoluto dado que se han convertido en unos detentadores de poder a cualquier precio; inclusive el puro y duro delito al emplear recursos del estado (es decir de todos), para mantenerse espuriamente en el poder mediante el descarado ejercicio de pervertir la buena fe que debe tener y adornar, necesariamente, cualquier administrador de recursos públicos (solo se dedican a malvender o comprar apoyos sin conciencia ni vergüenza). Repulsivo.
Además, en torno a esos planetas gordos, giran, en sus micro ensayos, toda una constelación de satélites argumentales, como la monarquía, el feminismo, la actualidad política y cultural puntual, la catadura moral de algunos gobernantes con el gran mentiroso a la cabeza y otras muchas y jugosas observaciones.
Claro, no sé si ahora Savater sigue machacando en hierro frío o se ha hartado y se dedica a mejores actividades, es decir, las que le proporcionen un inmediato y epidérmico placer (no sigo el periódico donde suele o solía publicar).
Yo, por insoportable hartazgo he dejado de interesarme por el campo político, dado que significaría perder mi tiempo sentándome a mirar el gran lodazal maloliente que es el mundo de los intereses políticos, y esa posición está avalada por una sencilla reflexión: si el máximo dirigente o gobernante de un país es inmoral y deshonesto, a partir de esa premisa toda la estructura de poder está viciada porque tan solo responde a podridos, primarios y vanidosos intereses personalistas. No tengo ni un minuto que dedicar a semejante y repugnante bazofia.
Volviendo a Fernando Savater, afortunadamente, en esta edición, también contiene algunos escritos en los que recuerda a su mujer y al inmenso amor que sintió por ella, lo que incluye reflexiones clarividentes sobre lo que significa amar y comprometerse con alguien, que es, sobre todo, facilitar la vida del otro a partir de lealtad, alegría, compromiso, amor, cercanía, solidaridad y risa, mucha risa, que es la expresión destilada de la buena vida. Solo me queda dar las gracias a Savater por seguir ofreciéndonos libros inteligentes y gozosos.
La Fotografía: Gente anónima en Toledo; o podrían ser de cualquier otro lugar, es igual, ellos y yo, anónimos todos, no nos merecemos ser gobernados por esas gentes tan profundamente ineptas e inmorales que denuncia Savater y que yo suscribo absolutamente, sin sombra de duda.