ADENTRÁNDOME EN LAS TINIEBLAS IV
Jueves, veinte de Octubre de 2022
“Goza sin cesar de la soledad”. Marco Aurelio
Sí, de la soledad, y de la noche. La noche, la más interesante y sustanciosa parte del día. Quién quiere la laboriosa y sudorosa luz del día, teniendo la noche, tan recóndita e íntima.
Ayer, me encontré con una mujer casi desconocida para mí, cuando paseaba sin Mi Charlie. Quedamos en vernos uno de estos días en mi casa; cabía cualquier hora del día, pero yo me apresuré a proponer la noche; sencillamente porque a esas horas podríamos hablar a media voz. Esos son los únicos momentos del día para la intimidad y los deseos. Son horas de terciopelo y excitación. Lo que no surja a esas horas, no lo hará nunca. Quién puede intercambiar secretos a las doce de la mañana, solo los prosaicos y los desaprensivos.
No, no quiero cortejar a esa mujer; o sí. Todavía no lo sé.
Son las ocho de la mañana y aún es de noche. Me gusta el otoño porque es la estación en la que nos reencontramos con la noche. Es el escenario y ambiente propicio para la soledad, y el gozo, según el estoico Marco Aurelio. Aunque yo me sienta más epicúreo que estoico, también comulgo con los estoicos y, sobre todo con Marco Aurelio. Fue grande, inmenso, diría.
Llevo dos horas afanándome en extraer palabras de mi escasa inspiración solitaria (en soledad es la única manera de escribir). Paradójica y certeramente, dice Paul Valery: “Un hombre que escribe nunca está solo”.
Seguiré al lado de mi ventanal hasta que aparezca el sol (aunque hoy está nublado), o hasta que el día lo manche todo, entonces; abandonaré la atalaya y bajaré a la cocina a desayunar (sin Mi Charlie)…
La Fotografía: De viaje, solo, por lugares en perfecta sintonía con mi gusto y manera de experimentar el viaje IV.