2 DICIEMBRE 2022

© 2022 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2022
Localizacion
Mi Charlie
Soporte de imagen
DIGITAL 1600
Fecha de diario
2022-12-02
Referencia
7638

LOS DÍAS (39, Mi Charlie, exterminador de gallinas)
Lunes, catorce de noviembre de dos mil veintidós

Caminábamos Mi Charlie y yo por un camino en los que hay unos chamizos calamitosos, feos y sucios hasta al asco; Mi Charlie a sus cosas y yo a mi novela de audible que creo que era La rebelión del Atlas, de Ayn Rand, que tanto me estaba gustando.
De pronto, inesperadamente, el fragor, el alboroto, la cacería total que Mi Charlie había emprendido contra unas gallinas. Dos granjeros que había en las inmediaciones, más el dueño de las gallinas y yo como dueño azorado, perseguimos a Mi Charlie para intentar detenerle (ellos con palos y yo gritándole). Como si nada, él nos esquivaba y seguía encarnizadamente a las gallinas con la boca llena de plumas. Cuando intenté atraparlo, después de haber rodado por un terraplén, en el momento que se disponía a acabar con una de ellas, me esquivó y se fue a por otra, un poco más allá. No atendía a nada, salvo a su salvaje instinto depredador. Finalmente fuimos achicando su espacio y Mi Charlie huyó. En algún momento temí que los perseguidores le descargaran un golpe con los grandes palos que esgrimían. Me fui detrás de él, deseando que no hubiera pasado nada grave, tan solo una refriega sin consecuencias. Cuando nos habíamos alejado quinientos metros, más o menos, nos alcanzó el dueño de las gallinas con su furgoneta. Abrió la puerta trasera y allí estaba, el cadáver de una gallina, que más bien parecía un pavo devenido en gallina. Al parecer, según me dijo el granjero enfadado, era una gallina de importación: guineana, nada menos. Apurado, le pedí disculpas mil veces, y le pregunté cuanto valía esa excepción exótica y mutante; me dijo que no se acordaba de cuanto le había costado. Yo, no tenía ni idea de cuánto costaba una gallina de tan lejos, le di lo que llevaba en la cartera (30 €) y le dije que se enterara y que volvería a pagarle el resto, naturalmente. El hombre (de mi edad, más o menos), me devolvió diez, todo un gesto por su parte, claro que la gallina se la comería él estofada (no me invitaría, desde luego). Días después volví a pagarle la diferencia, pero él no quiso cobrarme nada más. Charlamos un buen rato sobre sus graves problemas de salud y sobre la naturaleza de los animales. Quedamos como amigos.
La Fotografía: Mi Charlie, guapo guapo como es, reconociéndome y mirándome atentamente, como si fuera capaz de obedecerme a cualquier cosa que le ordene; salvo que esté en juego su condición y naturaleza de animal cazador. No, tampoco los perros se traicionan a sí mismos en lo que les constituye como seres vivos. Hacen bien.

Pepe Fuentes ·