8 DICIEMBRE 2022

© 2022 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2022
Localizacion
pepe fuentes (Toledo)
Soporte de imagen
DIGITAL 50
Fecha de diario
2022-12-08
Referencia
7593

LOS DÍAS, 42 (el día que no fue ni bien ni mal; tan solo mediocremente, como todos)
Lunes, veintiuno de noviembre de 2022

“Me di cuenta de que valía la pena vivir, aunque solo fuese para estar en silencio”. Manuel Vilas
Vilas, tiene razón: soy muy sugestionable en cuanto a los que dicen mis autores de cabecera. Sí, mejor vivir que no, y, además, estar en silencio puede ser una confortable y feliz actitud.
Hoy he ido al Super de mi barrio a comprar fruta, cebollas, patatas, judias y vino; en la cola de la caja había un tipo de esos que se pasan la vida haciendo gracietas. Los jubilados (al súper de mi barrio solo vamos viejos) que estábamos en la cola le han seguido el rollo y todos se lo han pasado muy bien. Yo, no (ni una cosa ni otra). Hasta la cajera se reía mucho con su cliente. Yo, no; pero no he lamentado estar allí en ese momento, porque como dice Vilas, merecía la pena, aunque solo sea para estar en silencio.
No pretendía contar esta insustancial anécdota, pero dado que he decidido subir este lunes a la categoría de narrable, pues toca contarla.
Volví a mi casa a las once. El día siguió su curso, hora a hora, sin que pudiera hacer nada para cambiar la inercia del devenir, y, sobre todo, del no devenir de hechos aunque sí circunstancias inapelables. No sé, que me pasara algo, que una idea providencial hubiera llegado de alguna parte para elevar mi espíritu o mis propósitos o mis ganas. Que una maravillosa mujer me escribiera proponiéndome algo excitante, o confesando que no podía seguir viviendo sin mí porque me necesitaba y deseaba locamente. O, tal vez que creciera en mí un deseo arrebatador por llevar adelante un proyecto artístico prodigioso. No sé, coño, algo relevante y de imprescindible consecución y toda la fuerza del mundo para levantarme mañana enajenado (hoy, eso, ya no pasará).
A veces, por la tarde, se me ocurren notables tonterías, a la hora de tomar el te, lo que estoy haciendo en este preciso instante.
Ayer terminé de oír una estupenda novela en Audible: Las horas subterráneas, de Delphin de Vigan (de esta autora ya conocía Las gratitudes). La novela va de perdedores (me gustan mucho los relatos que hablan de los míos). Dos seres en la cuarentena, una mujer (40 años), sufre un brutal acoso profesional y laboral que le destroza la vida; y un hombre (43 años), un inmisericorde desamor por parte de su amante (tienen buen sexo, pero ella no lo ama; él a ella sí, locamente). Ambos personajes, cada uno por un lado (no se conocen), flotan como autómatas sufrientes por París. Devastados y desesperanzados. Novela grande por su brillante narración, aunque hable de historias comunes, de personas comunes, de ahora y de cualquier sitio. Me gusta mucho Delphin de Vigan, magnífica escritora de novelas. Disfruto mucho de sus historias.
La Fotografía: Un hombre, atemorizado, porque lo que ve y no ve, le asusta. Sabe que nadie le va a salvar de nada y el solo no podrá hacerlo. Será engullido mediocremente por el tiempo y por su propia cobardía.

Pepe Fuentes ·