12 DICIEMBRE 2022

© 2022 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2022
Localizacion
pepe fuentes (Toledo)
Soporte de imagen
DIGITAL 50
Fecha de diario
2022-12-12
Referencia
7631

ADENTRÁNDOME EN LAS TINIEBLAS IX
Jueves, uno de diciembre de 2022

“Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Únicamente a través del amor podemos crear la ilusión de que no lo estamos”. Orson Wells
… Ohhh, el amor, claro, bello y quimérico sentimiento. Y, aparentemente poético y sublime.
El gran problema del amor es que finalmente está destinado a la imposibilidad. Sustentado en el vacío, agarrado agónicamente al aire, a la nada.
Los seres humanos estamos abocados a la imperfección, a la falla y el desequilibrio. Estamos condenados y es bueno saberlo.
Se podría decir que existen dos grandes momentos; uno el estelar, brillante, pleno de luz y color: el cortejo enamorado. Estado febril incomparable con cualquier otro que pueda darse en la vida de cualquier persona. Suele durar poco, enseguida es sustituido por las costumbres, los hábitos, las rutinas, o lo que es peor todavía, hasta por la procreación, hecho humano antitético con el enamoramiento (o una cosa u otra, no hay compatibilidad posible). El amor al servicio de la funcionalidad y la tasa de crecimiento poblacional (justamente la que acabará con la propia especie).
Con suerte, después de la llegada de los contrayentes al lago de aguas quietas, puede que sean capaces de crearse un mundo tranquilo donde habitar sin sobresaltos ni traiciones; y si no, siempre quedarán las redentoras despedidas que abrirán otras puertas, otras posibilidades.
Las uniones comprometidas, por su bien, harían bien en tener siempre el fin en perspectiva. No hay alternativas saludables al fin inexorable del amor que no se sustancien en un ventilado alejamiento. Eludir la posibilidad del acabamiento es aceptar la resignación, el conformismo embrutecedor, la aterrorizada cobardía. Es despreciarse a uno mismo. A mí, de todas esas miserias me salvó Naty, más lúcida, valiente y generosa consigo misma y de paso conmigo.
Hoy mismo, en conversación telefónica con un querido amigo, él decía, sin deseo estás muerto. Me apresuré a darle la razón. Mi amigo tiene casi dos años más que yo y no tiene pareja. Yo tampoco. Ambos ya somos muy viejos, pero todavía nos asiste el latido del deseo y la disponibilidad para consumarlo; pero ninguno de los dos lo conseguimos ni lo conseguiremos. Puede que ni falta que haga (profundizar en eso, como tarea para el 2023).
Tengo otros dos amigos que, si bien tienen pareja, o, dicho de otro modo, están casados, nunca hablan de deseo y mucho menos de enamoramientos; tampoco tienen altibajos en su discurrir por la vida. Están tranquilos (quizá un eufemismo del mortal aburrimiento, pero aparentemente rentable).
Tanto mi amigo como yo, ambos felices e infelices al mismo tiempo, estamos condenados a la ausencia de enamoramientos, luego a no conseguir alejar de nosotros las frecuentes y negras elucubraciones que genera la ausencia de otro cuerpo con el que mezclarnos, aunque sospecháramos que tan solo sería una verdad a medias. En estado de enamoramiento y, sobre todo, teniendo sexo feliz no sufriríamos (follar es, sobre todo, vivir alejado y protegido del daño: momentos en que nada duele y todo es posible). El enamoramiento (nunca emparejamiento) es el estado más próximo a la felicidad, aunque dure poco. “Creer que un cielo en un infierno cabe” (Lope de Vega) …
La Fotografía: De la colección de autorretratos del doce de noviembre (hice muchos, durante varias horas). Lo podría titular “el desamor”, porque, precisamente ese día, supe sin sombra de duda que un fantasmático enamoramiento no lo era, ni mucho menos (ella se encargó de dejarlo todo diáfanamente claro); tan solo fue una alucinación alimentada por la necesidad de adormecer o neutralizar el tormento del vacío y la falta de abrazos.

Pepe Fuentes ·