22 DICIEMBRE 2022

© 2022 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2022
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 1600
Fecha de diario
2022-12-22
Referencia
1032

DIARIO ÍNTIMO 40
(después de doce días de silencio, volvimos a cruzar mensajes… y 3)

Domingo, once de diciembre de 2022

… Me adentré en el “espacio de beber, bailar y ligar…” a las doce y diez, cruzando mensajes con ella. Rápidos, cortos, ocurrentes, divertidos (ella es muy divertida conmigo cuando no está enfadada).
Seguimos y seguimos nuestra chispeante conversación escrita. Yo, en un rincón, a lo nuestro, sin hacer ningún caso a lo que me rodeaba:
Yo: -Pensaran que soy un loco porque ahora me estoy riendo solo-
Ella: –
Estamos todos iguales, por eso no te preocupes…
Seguimos y seguimos, aunque continuamente nos dijéramos que lo dejábamos ya, pero no lo hacíamos. Nos despedimos hora y media después, a la 1:20.
Ni que decir tiene que esa hora y media fue lo mejor del sábado, que no, que era domingo ya.
Miré en torno mío y me dije -bueno tío, que has venido a ligar- Recorrí el local de arriba abajo y de izquierda a derecha. No era fácil. Como siempre me pasa en ese lugar, que, si bien no es hostil conmigo, tampoco me parece amigable o propicio. Suele haber algunos hombres solos, nunca mujeres. Ellas, a estos sitios solas no vienen. Todavía no han conquistado su libertad de movimientos en la noche provinciana, tan imprescindible y necesario para vivir con plena autonomía.
Un hombre, en torno a la sesentena, alto y macizo, de pelo corto y un fino bigote anticuado (todos los bigotes me lo parecen), se coloca todos los sábados (no sé si también lo hace los martes, por ejemplo) en una de las esquinas del local, quizá la más discreta, junto a una mesa alta, y se pasa la noche bailoteando, frenético y desenvuelto, aunque con ritmo anodino y maniática persistencia.
Yo, sin embargo, pretencioso y serio como soy, adopto un estilo tontamente merodeador, como dándome importancia ridículamente, como hice siempre. Sospecho que esos modos de hombre “interesante” se han quedado muy anticuados (debo parecer un psicópata). Por un lado, las mujeres que habían ido esa noche no me gustaban (como todas las noches que voy), y por otro, dudo mucho que me atreviera a caer en medio de un grupo de cuatro mujeres (suelen acudir de cuatro en cuatro) y ponerme a hacer gracietas para hacerlas reír y así reblandecer su distante reticencia. Me daba absolutamente igual. Habría supuesto demasiado trabajo para la pobre recompensa que podría obtener. Volví a mi casa en torno a las dos.
El domingo por la mañana, en torno a las diez, abrí la mensajería con mi «incondicional» amiga, ahora (antes éramos como enamorados predestinados al fracaso, aunque disimuláramos) con dos o tres mensajes. Ella se incorporó a las 11:29: 
Ella: -Me acuesto y me levanto contigo… Parece el título de una canción- (risas)
Yo: –
Cuidado, que de ahí al matrimonio tan solo hay inconsciencia (risas)… Sí, cuidado con el subconsciente. Menos mal que soy muy sensato y no me daré por aludido.
Ella: -Eso no me lo creo. Tú siempre, siempre, siempre, te das por aludido. Aunque no te toque ni de lejos (risas)
Yo: -Ni de lejos… estás tan segura de ti misma???
Ella: -No era un toque personal, bobo. Era un toque circunstancial en general…
Fin de la mensajería matinal.
El resto del domingo fue sumamente tranquilo, sin ningún tipo de excitación, ni lejanamente.
Por la tarde, hablé por teléfono con Gabriel y con Carmen.
A las diez y media, a instancias mías retomamos nuestros incesantes mensajes, animados por nuestra reciente reconciliación y así llegamos casi hasta las doce. Más tarde los reanudamos, hasta demasiado tarde (noche muy cerrada, o era madrugada, no sé).
La Fotografía: La única mujer que me gustó un poco el sábado noche, que no, que ya era domingo, es la que está de espaldas, moderna (poco) e incitante (bastante). Intenté conectar visualmente con ella, pero no lo conseguí, así que me largué. Actué como es debido: si no notas algo de interés al otro lado, lo mejor es desaparecer y no alimentar egos desagradecidos. Siempre he actuado así, solo que en estos últimos meses me he despistado un poco. Me prometo un radical propósito de enmienda.

Pepe Fuentes ·