26 DICIEMBRE 2022

© 2022 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2022
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 50
Fecha de diario
2022-12-26
Referencia
1035

LOS DÍAS, 46 ¡¡¡increíble!!! Hay días que me levanto de un excelente humor…
Miércoles, catorce de diciembre de 2022

… Hoy, por ejemplo. Juro por todos los Dioses que han existido y existirán (*), que no tengo ni un maldito motivo para que eso sea así, que me levante a las siete de la mañana con una sonrisa (solo practico en la intimidad), me siente frente al ordenador y me ponga a escribir a toda velocidad y lo haga con tan exultante entusiasmo que hasta me coma las letras.
Motivos: ninguno, aparentemente. Me siento infinitamente feliz de no ser feliz. Y sí, queridos amigos, todos esos que no tengo y que tampoco leerán este jodido diario, todo sucedió como lo cuento.
Mi diario no lo lee apenas nadie, en torno a quince o veinte personas, de las que me sobran la mitad, pero eso no impide que hoy esté contento; creo que siempre lo estoy, pero me lo niego para añadir matices y entretenimiento a mi existencia de hombre abandonado a su suerte ¡¡¡qué gran cosa lo de estar abandonado a la propia suerte!!! No soportaría otra cosa. No depender de que cualquier cantamañanas me pueda arruinar el día. A mayor desinterés del mundo, más interés siento por mí y más días me levantaré de excelente humor, como hoy.
Una de las razones de tan descabellado e íntimo jolgorio, es que no tengo ni puñetera idea de lo que haré hoy. Sí, seguramente, permaneceré en mi casa todo el día, eso es lo previsible, lo deseable y lo de menos. Lo que me provoca la gran carcajada y una intensa excitación es saber que escribiré y escribiré; pero no sé el qué y eso es apasionante. No saldré a la calle en todo el puñetero día; para qué quiero salir a ver caras que no me gusten (casi ninguna me gusta).
Sí, me siento en poder de una libertad absoluta que me hará perder el sentido del paso del tiempo, no necesito nada más.
Me excitará todo lo que se me ocurra hacer: lo que escribiré, que no sé todavía lo que será; si alguien me escribe, o no; si a mí se me ocurre escribir a alguien, o no; sentir el irrefrenable deseo de hacer una foto, o no; ver volar los pájaros hacia el oeste o las nubes hacia el este, o no; lo que voy a comer, y que guisé ayer, cuando caían las sombras sobre mi cocina, si eso también me producirá un riente placer…
Aunque, también me gustaría estar enamorado y escribir una bella carta de amor a mi amada, pero como no existe, pues no, eso no será. No importa, porque eso también me produce risa.
Me encantaría ir al teatro hoy, o mañana, cenar con una bella mujer en un restaurante íntimo (hasta con velas y todo), y luego hacer el amor (léase, follar con los ojos cerrados) hasta morir dulcemente. Nada de eso sucederá; pero juro por todos los Dioses, los de antes, que son muchísimos, que todo eso que no sucederá, no borrará la sonrisa de mi boca, ni la exaltación de mi ánimo.
Por qué, porque nadie que esté más allá de mi gran ventana al horizonte tiene la potestad de robar mis ganas de vivir de hoy. Mañana, ya veremos; pero como nada habrá cambiado, y las plomizas nubes seguirán pasando hacia el este y los pájaros hacia el oeste, y yo veré ese maravilloso espectáculo después de comer, tumbado y adormecido en mi sillón de ver nubes y pájaros a cualquier hora del día todo será perfecto. También mi sonrisa que practico en soledad, siempre. Y mi segura y bellísima infelicidad.
Rafael Berrio, grandísimo artista, tristemente fallecido, del que no me canso de oír sus maravillosas y melancólicas canciones, cantaba estrofas como ésta:
A estas alturas, cuando todo queda atrás,
Cómo puede sorprenderte a ti,
Que vayas perdiendo, cuesta abajo como vas,
La alegría de vivir…”

Tal vez por sentir y cantar tan lúcidamente se nos fue antes de tiempo.
A mí no me pasará por esa razón; porque no soy tan lúcido y pienso permanecer muy alegre refugiado en el baluarte feliz de mi riente infelicidad.
Parece que este texto está escrito por un irrecuperable loco; pues sí, lo está.
La Fotografía: No, para hoy, no tenía foto. Bajé al plató a media mañana, dispuse la iluminación y la hice. Como cualquiera puede deducir, la fotografía es de uno de los millones de dioses que han existido; en este caso el mío, mi Dios privado en permanente entrega para mí y mi vida, que me acuna protectoramente en sus brazos.
(*) la existencia de los dioses: miles y miles, millones tal vez, desde que se sabe de la más que probable existencia de las religiones a través de enterramientos de hace cien mil años.

Pepe Fuentes ·