27 DICIEMBRE 2022

© 2022 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2022
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 50
Fecha de diario
2022-12-27
Referencia
1219

LOS DÍAS, 47 (la madrugada: exaltado; la mañana, ocupado, pero plano; la tarde, soportando la insidiosa visita de La Neurastenia)
Viernes, dieciséis de diciembre de dos mil veintidós

Sí, todo ocurrió de la madrugada a la noche…
A las cinco de la mañana saltó la alarma que me despertó con un fuerte sobresalto. Pensé que mis encarnizados enemigos habían tomado posiciones y me tenían rodeado… Solo era un gato merodeador, negro, que había entrado en el espacio vigilado por la alarma… Ahuyenté al gato descarado e invasivo, pero ya no pude dormir…
El incidente no impidió que a las cinco y media de la madrugada me sentara encantado frente al ordenador. Inconsciente y feliz con el día que se me venía encima sin poder ni querer evitarlo…
Escribí alocadamente. A las nueve desayuné y salí a caminar escuchando en el audible: Biografía de la inhumanidad, de José Antonio Marina. Esta obra, sólidamente estructurada y documentada confirma lo que todos sabemos: la especie humana es muy peligrosa y pavorosamente cruel, especialmente contra sí misma…
Volví a mi casa como si nada pasara, a pesar de lo que me contó el señor Marina sobre las simas de negrura del comportamiento de los seres humanos cuando nos juntamos unos con otros (en solitario, no somos tan peligrosos socialmente, pero no por espíritu empático y compasivo; no, tan solo, por cobardía)…
El resto de la mañana, bien, más o menos, sin sombras profundas; aunque sin causas o razones para el buen tono o la risa. El silencio era sepulcral a mi alrededor. Interiormente, además, frío e inhóspito…
Así, llegué al momento crítico de mi aburrida comida. Suelo hacerlo mal, muy mal, porque solo cocino una vez o dos a la semana, con pocas ganas, y todo me sale fatal. Por si fuera poco, repito un día y otro el mismo menú. Es el momento más desoladoramente tedioso desde que me levanto, cuando tendría que ser el mejor, el más placentero y gozoso ¡¡¡qué despropósito!!!
Si alguien come mal adrede, pudiendo hacerlo bien, algo no está funcionando bien en su vida. Seguro. Sospecho que es mi caso.
La tarde pintaba mal, muy mal…
A las cinco, cuando entraba en el estudio, mire hacia atrás porque había sentido una vibración extraña a mi espalda, y allí estaba, pisándome los talones y haciendo notar su inquietante respiración en mi nuca, sí, allí estaba ella: La Neurastenia.
Ella no vive conmigo establemente, ni siquiera es frecuente que me haga una visita, pero, inesperadamente, de vez en cuando aparece, casi siempre por la tarde, y claro como es una presencia indeseada e indeseable, me amarga el tiempo que permanece ahí, silenciosa, estúpida y embrutecedora.
Me refugié en el revelado que siempre me mantiene vivo. Coloqué en los programas algunas de las fotos que había hecho hacía unos días. Me defendí ayudándome  de los incesantes clic sobre los ajustes de los programas de revelado, matizando tonos e intenciones de algunas imágenes realizadas con mejor estado de ánimo que hoy…
A medida que el tiempo pasaba y la oscuridad sitiaba mi estudio, la desgana aumentaba, combinada con unos claros síntomas de desánimo e indiferencia hacia todo y todos…
Hui de la tristeza que ella irradiaba, impregnada de frío, cerrando el estudio hasta el día siguiente. Bajé a prepararme la cena, que, como la comida, es repetitiva. Aunque esta es más anodina si cabe porque nunca cambio (siempre ensalada y siempre la misma) …
Sospecho que mi vacío existencial empieza y termina en la cocina. La falta de abrazos y sexo está asumida. No hay problema con eso, a pesar de que es importante, me parece. Ahora, cuando una mujer y yo nos cruzamos, ambos con nuestros respectivos perritos, tanto ella como yo, miramos a los perritos y nunca hacia nosotros. Es lo que tiene la asquerosa vejez.
Al menos, después de cenar, vi una excelente película, lo que hizo que la dichosa neurastenia, al verme tan interesado y que perdía terreno, diera por finalizada su enojosa visita. La película era, Y llovieron pájaros, de Louise Archambault. Una maravillosa historia de amor en la edad muy tardía en un bosque donde habitaban tres ancianos llenos de ganas de vivir, aunque también de morir.  Quizá dedique una entrada de diario a esta magnífica y sensible película, lo merece.
La Fotografía: De la sesión de hace una semana, en los que tuve un momento de inspiración, que aproveché.

Pepe Fuentes ·