28 DICIEMBRE 2022

© 2022 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2022
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 2000
Fecha de diario
2022-12-28
Referencia
1378

LOS DÍAS, 48 (y fui hasta Madrid, muy de noche ya, para nada)
Domingo, dieciocho de diciembre de 2022

Sábado (17). Durante el día no tengo ni idea de lo que hice (creo que subí a la ciudad, muy de mañana, a fotografiar y caminar).
Ah sí, ahora que me acuerdo, antes de ascender entre la niebla hasta el centro, me pasé por la peluquería de Gonzalo a afeitarme la cabeza (lo hago cada quince días).
Luego, el resto del día, yo qué sé.
Me había comprometido con un amigo a que iría a Madrid para vernos y asistir a una fiesta en un local de copas de nuestra confianza. Allí hay más gente a la que conocemos.
Después de cenar, me vestí de fiesta, y en torno a las once salí de mi casa.
Llegué a las doce. En el local, la poquísima gente conocida, y la fiesta, estaban allí; quien no estaba era mi amigo y su mujer. Y no estuvieron hasta las dos de la madrugada. Por qué, porque tuvieron mejores cosas que hacer, a pesar de que habíamos quedado. Me enfadé bastante, para nada. Noto que al mundo y a las gentes en general, les empieza dar absolutamente igual quedar mal o bien conmigo. Haré lo mismo.
Permanecí en ese lugar, abarrotado de gente, generalmente joven, durante casi tres horas, sin que sucediera nada digno de mención, tan solo algunos saludos con antiguos conocidos, y poco más.
Ese sitio puede que sea el local de Madrid con asistencia de gente más estable, fiel y numerosa. Lo conocimos Naty y yo hace veinte años, y durante todo este tiempo, todos los fines de semana ha estado lleno, siempre y especialmente, los sábados.
Pero claro, nada es ajeno al paso del tiempo. Hace diez años y antes, éramos hiperactivos socialmente (casi los reyes de la noche), todo el tiempo relacionándonos con todo el mundo. Diez años después, yo puedo estar en un rincón sin apenas hablar con nadie. Es lo que pasó este sábado. Ahora, en este tiempo, ni Naty, por un lado, y yo por otro, no vamos más de dos o tres veces al año a ese sitio.
Creo que no volveré, a pesar de que tengo una cierta amistad con los dueños.
A las tres volví a mi casa. Conduje despacio, oyendo una novela de Elvira Lindo, Lo que queda por vivir (que curiosa coincidencia temática), que me estaba gustando bastante. Hacía tiempo que no leía a Elvira, que no suele fallar.
Llegué a mi casa a las cuatro. Tontamente cansado de no hacer nada que mereciera la pena.
La Fotografía: El puente de Alcántara, de mi ciudad. Ahora, me gustaría saber cuántas miles de veces lo habré cruzado en un sentido y otro. La primera vez debió ser a los nueve años, es decir, sesenta años cruzándolo. Increíble. Ahora, a estas alturas de mi vida, todo adquiere unas dimensiones inconmensurables, fantásticas, irreales. Que sea así es maravilloso porque cualquier cosa pasa a ser memorable.

Pepe Fuentes ·