29 DICIEMBRE 2022

© 2022 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2022
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-DIGITAL 12.800
Fecha de diario
2022-12-29
Referencia
1928

LOS DÍAS, 49 (en la mañana, llamada de Navidad por todo el mundo occidental, salí a dar una vuelta)
Domingo, veinticinco de diciembre de 2022

7555 pasos dijo mi móvil que había dado, cuando volví a mi casa a las 12:08.
Salí, ya no me acuerdo de la hora, quizá a las nueve y media, no sé. Avancé increíblemente despacio, arrastrando los pies. No sé por qué. Algo no debía estar funcionando bien en mi cuerpo el día de Navidad, que más bien parecía el día de la Soledad. Casi no me encontré con nadie por las calles de la ciudad, por dónde deambulé azarosamente.
Ayer, una mujer que tiene toda mi consideración, también admiración, por sus magníficas e inspiradoras publicaciones en Instagram, me dejó un mensaje que decía: -Espero que el azar te sea propicio, Pepe-. Yo también lo espero, aunque la esperanza sea la peor expectativa que se pueda tener, por pasiva y estéril, por no decir nociva. Generalmente esperas algo que no está en tú mano que llegue a suceder, es decir, estás jodido.
Yo la desee que los Dioses Buenos, le fueran propicios. Se lo merece.
En la mañana de ese engendro de conciencia colectiva llamado Navidad, ni el azar ni mi espíritu me eran propicios. No sonreí ni una sola vez en toda la mañana.
La Navidad es necesaria para los seres humanos, tanto, casi, como los equipos de fútbol, los partidos políticos, o creer que el amor es una opción.
Yo soy incapaz de sentirme involucrado por cualquier movimiento de masas o estados de enajenación popular. Del amor, mejor no hablaré.
Los solitarios de alma somos así, socialmente incompetentes; y como castigo por nuestra anomalía y permanente desubicación, encima, tenemos que soportar las tonterías que hacen a conciencia todos los gregarios del mundo. Por mí, se podrían ir todos al carajo.
Sí, el rollo ese de la felicidad, y las estrellitas, y los arbolitos, y las lucecitas, y los abracitos… y su puta madre.
Sí, ya sé, este montaje y todos los montajes del mundo son necesarios para mantener a las sociedades cohesionadas, al comercio activo y a las gentes entretenidas. Sí, eso es necesario, me rindo a esa evidencia. Mejor así porque mientras estén ocupados en sus bobadas dejan en paz a gente como yo. Tampoco es que me moleste, sencillamente, me da igual, mientras permanezca solo en mi casa, al margen de ese farfulleo, de toda esa movida que resuena a lo lejos de mi vida.
Quizá alguien que pueda leer esto pensará que soy desgraciado con mi circunstancia; pues no señor, se equivocaría absolutamente. Estoy encantado de poder hacer a cualquier hora del día lo que me de la real gana.
Entre otras cosas, escribir lo que estoy escribiendo. Lo único que sentiría es que no me deje contento el resultado.
Llevo escribiendo cuarenta y cinco minutos y lo dejo ya. Hoy no volveré a escribir.
Por la tarde no sé qué haré, quizá no volver a entrar en el estudio y dedicarme a leer y a ver pelis, alguna de aventuras, tal vez, no sé todavía.
Ah, y todo lo escrito más arriba me ha dejado muy a gusto.
La Fotografía:  Una performance eterna, no acaba nunca. Millones de versiones a lo largo del planeta. La misma disposición escénica, los mismos personajes, el mismo concepto, el mismo guion… siempre, siempre igual. No, amigos míos, lo inmutable no me parece una opción interesante, por aburrida hasta el bostezo. Es imposible encontrar algún sentido, y mucho menos interés a semejante bodrio estético. Este, que fotografíe el domingo en la catedral de mi ciudad, es pobre y espantoso. Parece que lo montaron con muy pocas ganas. Pero, qué estoy diciendo… ¿y a mí qué me importa?

Pepe Fuentes ·