18 FEBRERO 2023

© 1992 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
1992
Localizacion
Naty (Almería, España)
Soporte de imagen
-120 TMAX 100
Fecha de diario
2023-02-18
Referencia
1016

DIARIO ÍNTIMO 55
Mujeres que me gustaron y a las que quise (siete). Naty
Jueves, dieciséis de febrero de dos mil veintitrés

“Éramos felices. Como
si la vida quisiera compensarnos
de algo, como si quisiera
dejar en nuestros ojos
una imperecedera imagen de equilibrio
de amor, donde acogernos”.
José María Álvarez
El doce de mayo de mil novecientos noventa, sábado por la noche, en la discoteca Sithons de la ciudad, llegó ella. Todo se paró. Todo comenzó en ese momento. Había acudido con una amiga; yo con mi amigo Luis. Nos conocíamos de vista de la ciudad desde hacía años, nos saludábamos cuando nos cruzábamos. Se acercó para pedirme fuego, a primera hora de la noche, y, a partir de ese instante, ya no nos separamos en toda la noche, ni en los treinta y un años siguientes.
Luego, hace año y medio sí. Nos alejamos, dejamos de vivir juntos. Ella vino a decirme, sin decirlo de ese modo, que mejor sola que conmigo. Tenía razón, así lo entendí; porque para mí también era lo mejor. También lo peor.
Ya era hora de terminar porque si no lo nuestro sería una banalidad más. Hacía falta el punto de heroicidad y singularidad que nos merecíamos ambos y nuestra pareja. Tenía todo el sentido del mundo. Para que una unión imperecedera alcance su justa y necesaria dimensión tiene que acabar antes de que nada haya acabado todavía; y es entonces cuando verdaderamente se hace eterna. No, no sirven las que finalizan con la vulgar muerte de uno o de los dos, y, formalmente, la más trivial todavía de una llorosa viudedad. Naty, con su gesto, hizo que nuestra historia alcanzara un grado memorable. Supo verlo porque ella había visto siempre todo. Yo siempre detrás.
En aquel año tan lejano yo tenía la vida más o menos ordenada, vivía y trabajaba en Madrid. No tenía a ninguna mujer conmigo (un poco sí, la que traje al diario ayer). Naty, en ese momento, tenía novio y un negocio del que ambos eran socios. Eso fue lo de menos. Tres semanas después viajábamos a Lisboa a pasar una semana. Adiós al novio, adiós al negocio. Nos habíamos unido en nuestra ciudad y había sido fantástico; decidimos probarnos en otro sitio (Lisboa), para comprobar si al estar en otro sitio seguiríamos estando igual de bien, o mejor. Y sí, supimos que allá dónde fuéramos estaríamos bien. También que no íbamos a necesitar a nadie en especial para que todo fuera insuperablemente entre nosotros. Las historias de amor verdaderas no necesitan comparsas, ni siquiera familia (no necesitan reproducirse), se bastan a sí mismas.
Así fue para nosotros a lo largo de tantos años. Viajamos mucho, vivimos mucho juntos, hicimos tantas cosas el uno al lado del otro que para narrar las más importantes me haría falta un año de diario, pero solo dispongo de un día.
Nunca hubo deslealtades entre nosotros, si, esas tristes historias de infidelidad en la que resultan humillados ambos. Creo que a ninguno se nos pasó por la cabeza hacer o desear algo parecido. Nos ayudamos profesionalmente (ella, en ese campo, llegó mucho más allá que yo porque era infinitamente más capaz); en cuestiones creativas creo que fui yo el que sostuvo mayor actividad, pero fue porque ella me cedió ese aspecto a mí, aunque también alcanzó logros significativos. Sobre todo, en la vertiente tecnológica que siempre lideró. Y tantas y tantas cosas compartidas. Ahora da vértigo recordarlas, aunque tan solo sea muy por encima.
No, no es necesario que siga porque es suficiente para saber lo que sabemos perfectamente ambos; aunque todo haya acabado cuando debía, a partir de nuestra separación y para el resto del tiempo, nada ni nadie podrá desvirtuar, ni remotamente, la grandeza de nuestra relación.
Deseo fervientemente que a ambos nos vaya bien en nuestra vida futura y que nadie que no esté a nuestra altura irrumpa en nuestras vidas. No nos lo mereceríamos.
La Fotografía: Tan solo llevábamos dos años juntos. En la playa de San Pedro, cerca de Las Negras, en la costa de Almería, donde viajamos con mayor frecuencia, además de a Lisboa (un año visitamos en el mismo viaje ambos sitios). Yo nunca escribí poesía (no sé hacerlo), pero esta fotografía me inspiró una muy breve:
Paisaje de piel
luz de agua
piel de agua y luz
ojos de luz, sombra y agua.

Pepe Fuentes ·