23 FEBRERO 2023

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 102400
Fecha de diario
2023-02-23
Referencia
4574

LOS DÍAS 12
Sábado, dieciocho de Febrero de 2023

A pesar de que los días pasan y pasan, por aquí no aparezco. ¿Entonces? Pues nada, que voy pasando los días como puedo, como si fueran el resultado de aplicar una plantilla que ni siquiera me he tomado la molestia de crear. Desde que me levanto actúo con actos reflejos que proceden de la costumbre. Mi máximo nivel de reflexión diaria es decidir que itinerario seguiremos en nuestro paseo diario Mi Charlie y yo. Luego, cuando volvemos, liberado ya de la presión de la decisión a tomar porque el paseo ya lo henos dado, tanto él como yo, nos aposentamos en nuestros respectivos lugares de reposo para el resto del día: él en su cama elevada donde dormita al sol, vigilando la actividad de los gatos del barrio, que le enfada sobremanera (niega su derecho a moverse por los tejados de enfrente y por lo que le cabrea da la impresión de que también les niega el derecho a vivir); yo, en mi “Chaise longue” de escribir y revelar. De nuestras respectivas actividades tranquilas solo paramos para comer y dormitar un rato juntos, en el mismo sillón, apretujados el uno junto al otro.
Y así, un día, y otro, y otro, y todos los demás días de nuestras vidas, tambien.
A casa solo viene Ángel a ver fútbol y a cenar, una vez a la semana, más o menos; y Naty una vez cada quince días para recoger a Su Charlie (yo voy una vez cada quince días, a su casa, a recoger a Mi Charlie).
Hoy le tocaba venir y hemos aprovechado para aclarar cuestiones técnicas de un programa de revelado. Esa estupenda actividad nos ha llevado casi dos horas (ella sabe mucho más que yo sobre eso).
Luego, por la tarde, a las cinco y media decidí acercarme al desfile de Carnaval en la ciudad. Hacía muchísimos años que no lo hacía. La avenida principal por donde desfilarían las voluntariosas e ingenuas comparsas estaba abarrotada de gente, muchos de ellos sentados en sillas de plástico a ambos lados del itinerario. Me pareció asombrosa la paciente espera de miles de personas (yo entre ellos) a que comenzara la algarabía y los bailoteos de las charangas.
Y, finalmente llegaron las pandillas de gentes disfrazadas, con potentes equipos de música que emitían canciones que bailaban con un entusiasmo desmedido y desprovisto de cualquier atisbo de gracia. Todo resultaba de una pobreza y fealdad difícilmente concebible. Cosas, sin duda, de la cultura popular participativa, en la que todo vale. Tan solo se debe cumplir una exigencia básica: participación entusiasta.
Sí, pero ahí estuve yo aguantando dos horas, de las seis a las ocho. De noche se me hizo. Y sí, también fotografié. Todavía no me explico cómo me pude seguir a mí mismo en tan descabellada idea. Sospecho que por aburrimiento y porque no tengo novia.
Estas actuaciones populares de gran gentío, tanto por los participantes como por los espectadores (yo era uno de ellos), jamás conseguiré entenderlas, como casi ninguna que se manifieste con presencias multitudinarias. Me pregunto, porque para mí es un insondable misterio: cómo es posible que tantas personas se pongan de acuerdo para disfrazarse todos de lo mismo y bailar coreografías fáciles, ensayarlas después de trabajar y representarlas. No, no está a mi alcance entender eso (ni, aunque me lo expliquen).
La Fotografía: Una participante. Muestra su entusiasmo y que se lo pasaba genial. Me alegro por ella porque parece una buena y divertida mujer.

Pepe Fuentes ·