LOS DÍAS 13 (y 2)
Viernes, veinticuatro de Marzo de 2023
…Llegué a mi casa a las doce de la mañana. Me senté a escribir esta deslavazada y tediosa crónica de mi mañana (parte en la entrada de ayer), en la que no ha pasado nada de nada.
Antes contesté a mi narcisista e invisible “amiga”.
Fui amable, aunque aséptico en mi respuesta. Luego, por la noche, continuó el diálogo de sordos, por escrito, claro, que suele ser habitual entre nosotros, aunque tuvo algún momento divertido.
Esta mujer tiene una absurda teoría por la que, cuando me sentía afectado, me exasperaba (ahora me siento ridículo por tomármela en serio), a saber: considera que cualquier gesto de deseo o necesidad de socializar, en el nivel y formato que sea, es mostrar debilidad y dependencia de lo que está fuera de uno mismo, o dicho de otro modo, supone una despreciable debilidad y falta de sana autosuficiencia; para ella, por ejemplo, yo soy un “colgado”, un pobre hombre, si muestro algún interés, de ligar, por ejemplo. Falsa y absurda autosuficiencia que, llevada a una coherente actitud, supondría vivir en la más absoluta soledad, por supuesto. No sé de qué principio filosófico pueden proceder esas exigentes teorías, quizá de la voluntad de poder nietzscheana, pero no creo porque es un filósofo que nada tiene que ver con la naturaleza de esa mujer.
Creo que, no tiene ni idea de lo que habla ya que ella, en perfecta desarmonía con esa teoría se pasa la vida rodeada de gente, como casi todo el mundo que puede. Ella, escribió en una ocasión: «Deseo enamorarme para posteriormente llegar a amar en plenitud, porque no soporto ni amar, ni las verdades a medias…». No debe estar enterada de que amar es entregarse a alguien, compartir y también interdepender. Puede que su personalidad y actitudes no sean solo un asunto de imposibilidad empática sino, también, un flagrante caso de personalidad escindida.
Ahora ya, nada de lo que ha tenido que ver con esa mujer me importa. Tan solo lamento el inmenso tiempo que he perdido con alguien de escasa valía para mí y mi vida.
Ya acabo esta larga entrada desdoblada, porque es más de lo mismo. Pero, a veces vivir es tan solo eso, conjugar un eterno más de lo mismo.
Creo que voy a comer: judías verdes de primero, tan solo aderezadas de modo natural (quizá añada un huevo duro, para romper la monotonía; y de segundo un estupendo guiso de conejo con patatas que cociné el otro día y que me salió genial. Sabrosísimo.
La Fotografía: Tenía dos opciones fotográficas para hoy, curiosamente, ambas de dos mil trece: un conejo, desollado y dispuesto para cocinar; y una escultura expuesta en Arco, del mismo año, que dado que se trata de una mujer (se da un cierto aire a mi “amiga”), pues he optado por ella. Así me parece todo mejor ordenado.