DIARIO ÍNTIMO 62 (1)
Sábado, uno de abril de dos mil veintitrés
Hoy toca hablar de sexo, que no de amor.
El sexo es importante para mí. Siempre lo ha sido.
Ahora, en este tiempo, la absoluta inexistencia de actividad sexual se ha convertido en una pertinaz y lamentable circunstancia en mi vida.
¿Por qué hablo de sexo hoy, precisamente hoy? Porque hace exactamente un año, el uno de abril del año pasado que practiqué sexo por última vez.
Escribí en este diario, sobre este mismo día, uno de abril, en Taormina, Sicilia:
“Cenamos bien, cocina italiana, una vez más… Volvimos a nuestra bonita habitación. A pesar de que el día había sido exigente con más de 300 Km de carretera, no fue óbice para que continuáramos con una estupenda fiesta íntima. Quizá, señalar este aspecto (no suelo hacerlo), tenga todo su sentido para dejar constancia de la especial significación que tuvo la noche para una historia que agonizaba y por lo que sucedió el día siguiente… Al fin y al cabo, este diario es un ejercicio memorioso para fijar momentos significativos en mi vida…”.
Perdón por la autocita, pero dada la significación de la fecha es absolutamente pertinente. Sí, ya sé, es un aniversario indigno de ser celebrado; pero sí recordado.
A partir de esta nefasta y larga experiencia solo puedo llegar a una conclusión: si a lo largo de un año, tiempo más que suficiente, no he conseguido tener sexo; nada, absolutamente nada, puede hacerme pensar que lo tenga en algún momento del próximo año, y por pura lógica, en el resto de mis días.
Eso podría ser asumible, si el deseo ya no me habitara y el impulso libidinal se hubiera escondido, o mejor, desaparecido; pero no, por el momento, eso no es así.
El deseo sigue vigilándome de cerca y censurando mi inoperatividad. Acuciándome…
La Fotografía: “El amor es deseo, pero el deseo no es carencia. El deseo es potencia: potencia de gozar y goce en potencia”. André ComteSponville