5 JULIO 2023

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Desierto Tabernas, Oasys (Almería)
Soporte de imagen
DIGITAL 1600
Fecha de diario
2023-07-05
Referencia
7333

LOS DÍAS 46 y 2
Lunes, tres de Julio de 2023

…El día, increíblemente, estaba por sorprenderme. A las diez y media llegué a la clínica de animalitos para que pincharan a Mi Charlie. De pronto, en la antesala, aparecen tres preciosas y lujosas perras asomando sus estilizados hocicos (no supe la marca). Detrás, sujetando las correas, una mujer. Nos miramos atentamente, ambos nos resonábamos. Fue ella la que preguntó ¿eres Pepe? Guiñé un ojo de asentimiento porque su cara madura (cómo la mía, por eso no nos reconocimos de inmediato), llegó abriéndose paso en mi memoria desde el lejano septiembre de 1984, cuando la conocí. Después tuvimos una relación sentimental de seis meses, más o menos. Llevaba sin ver a esa mujer casi desde entonces: estábamos a punto de cumplir la cuarentena de ausencia mutua. Mujer de la que me he acordado con muchísimo cariño y frecuencia porque la recuerdo como poseedora de un carácter decidido y desenvuelto y una brillante inteligencia.
Me lancé con ganas a restablecer un diálogo puente que nos permitiera un posible contacto más cercano y un encuentro tranquilo en el que pudiéramos hablar de nuestras vidas a lo largo de tantos años, sin saber nada el uno del otro. Estoy convencido del efecto salvífico y grato de esos encuentros, probablemente impregnados de dulce nostalgia. Mientras esos tanteos sucedían entre nosotros, Mi Charlie se encargó de dejar muy claro a las perritas, que con él pocas bromas, revolviéndose ferozmente hacia ellas y su interés por conocerle.
Mi remota amiga y yo cruzamos teléfonos y deseos de volver vernos. Cuando llegué a mi casa la envié un mensaje diciéndole que me había encantado el encuentro (era la puñetera verdad porque no creía que volviera a verla nunca), y que decidiera ella cuándo podríamos vernos, ya que, según me dijo, todavía seguía trabajando.
Su contestación no pudo ser más decepcionante: con su original y peculiar estilo de entonces, pero esta vez plagado de eufemismos y pretextos, me vino a decir que no podría en los dos siguientes meses (obviamente, significaba que le apetecía una mierda que nos viéramos). Eso sí, me hizo gracia, dado que le dije que me había hecho feliz verla, que me dijera: “Me alegro Pepe, de que seas feliz. Es algo extraordinario para un tipo melancólico como tú”. No me pareció que esa frase indicara una correcta interpretación de mis palabras (yo tan solo me refería al momento de verla), por un lado; y por otro, que hace tantos años yo ya diera muestras de un rasgo de carácter tan peculiar y que encima se acordara. Dicho sea de paso: en absoluto melancolía y felicidad me parecen antitéticas; es más, la melancolía puede adornar brillante y creativamente una tranquila felicidad como la mía, digo yo. Lo que en principio me pareció excitante, ahora, unas horas después, no tanto; y en cuanto al natural crecimiento que tendría que aportar el paso del tiempo a alguien… No sé, no sé (nadie solemos cambiar nada, y si lo hacemos, seguramente estropearemos algo). Es eso inmovilismo, tal vez, pero cuando la juventud adornaba muestras vidas, todo era mucho más bonito. Mejor convivir con los bellos recuerdos. En cuanto a esa mujer, sorpresivamente reencontrada, mejor que todo siga como ayer. Creo que nada ganaríamos viéndonos. Ella acertó eludiendo la posibilidad.
PS: tres días después (6.7), recibí una llamada colérica e inconveniente de esa mujer por la publicación de este texto, en el que. en ningún momento me refería a ella por su nombre, aunque si había una referencia a un día de  diario, de hace unos meses, que he eliminado. Luego esa mujer ya no es nadie ni en esta publicación ni, desde luego, para mí. Sencillamente, ya no existe.  Desde el aspecto meramente formal, esa mujer, aunque existe, claro, es anónima (nadie en su sano juicio, podría establecer una relación entre ella y este diario).  En la llamada, se puso tan estúpida entrometiéndose en lo que hago, es decir, esta publicación, por lo que me vi obligado a colgarla el teléfono y a bloquear su número. Tonterías, las justas.
Por la tarde, a las siete menos diez, me adentré en la consulta de un cirujano a que me dijera lo que todo el mundo sabe (salvo mi doctora de la guarda): que hernia inguinal no tengo. Ahora, a seguir investigando por otras consultas y con otros especialistas sobre lo que me está pasando. Dos meses después de que empezaran mis males, nadie sabe nada todavía. Yo tampoco.
La Fotografía: Hoy tampoco tengo foto sobre el lunes, así que otra vez el zoo cutre de estos últimos días: y allí un bellísimo, majestuoso y quieto Rinoceronte. ¿Qué piensan los Rinocerontes?  No lo sé, pero seguro que en ideas bellas y profundas.
Mi querido amigo Masao Shimono, escribió:
“Aunque todavía
mi rinoceronte no corre…
yo sueño que
mi rinoceronte
corre sin descanso”.

 

Pepe Fuentes ·