9 JULIO 2023

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-DIGITAL-IPHONE
Fecha de diario
2023-07-09
Referencia
10038

LOS DÍAS 47
Sábado, ocho de Julio de 2023

Se me ha presentado, avisando por medio del calendario, otro fin de semana anodino. Llegan sucesivamente sin que aparezca en perspectiva ni el menor atisbo de textura vivencial: naturalmente, sin sexo: otro sábado noche sin tener una piel a la que tocar ni boca a la que besar. De otras partes recreativas y placenteras, mejor ni hablar.
Mañana también hablaré de estas desafortunadas circunstancias de mi vida. Y los días subsiguientes, también; pero indirectamente a propósito de un asunto más gordo si cabe: el envejecimiento.
No, no estoy obsesionado con el sexo (o sí). Se trata, simplemente, de una perfecta metáfora que dice sobre la falta de pasión y placer en mi vida. Mis últimos momentos eróticamente placenteros e incluso apasionantes, sucedieron hace más de un año (quince meses, más o menos). Luego, nada de nada. Seguramente a mi pareja sexual de entonces le está yendo bastante mejor que a mí, al fin y al cabo, fue ella la que me dio puerta (seguro que ya pensaba en experiencias y opciones más excitantes que yo y lo entiendo). No la guardo rencor porque tenía todo el derecho de mundo a aspirar a más. Conmigo eso es fácil, cualquier cosa, es más; o menos, porque no todas las mujeres, ni mucho menos, son de paladar exquisito.
Locas autopromociones aparte, sigo con la vida sudorosa:
Ayer por la tarde, en plena ola de calor (16:30 h) estuve a ver a un médico para hablarle de mis molestias inguinales. Curiosamente, cuando entro en una consulta médica por lo mismo (ya son muchas veces), me dedico a quitarle importancia al problema; y los médicos, en los que observo una cierta empatía conmigo, tampoco se preocupan demasiado. Siempre representamos una peculiar y tonta ceremonia: me tumban en la camilla, encogen mi pierna izquierda y hacen giros a un lado y al otro y me preguntan si me duele, y como no, pues deben decirse: -este tipo debe ser gilipollas, porque viene para nada, lo mismo que me digo yo- Es entonces cuando acordamos que debo observarme a ver cómo evoluciona mi fantasmático mal, que fue real, pero ahora ya casi no. Y ya está. Y entonces volví  a mi casa para tumbarme en  mi chaise longue, como todas las tardes. El problema es que hoy, y más concretamente ahora (12:30), me está molestando un poco ¡¡¡Quién lo entiende!!!
Sigo con ayer: en mi cuartel general de verano: El Patio, vi por segunda vez en poco tiempo Y llovieron pájaros, maravillosa película de amores tardíos, naturaleza salvaje ardiente, y muertes de dueños y perros al mismo tiempo (los perros no deben sobrevivir a sus dueños). Película de convulsa belleza. También terminé de ver Tony Manero (2008), de Pablo Larraín, más oscura que la boca de un lobo, pero de una intensa fuerza dramática (y erótica y sórdida).
Luego, larga conversación telefónica con una mujer, nada erótica, por cierto (ni la mujer ni la conversación).
Y ya, porque después me acosté.
La Fotografía: Hoy, por la mañana, a las ocho, salí a caminar por la senda del río. Me encontré con bastante gente feísima que caminaba atléticamente, o corría despacio, sin fe y sin esforzarse hasta el sudor. Mi caso es de los que levitan escuchando algo en audible, ahora: Dioses útiles (Naciones y nacionalismos), de José Álvarez Junco, que me está interesando muchísimo.
Y hablando de Dioses útiles y portátiles: Estas gentes que me precedían junto al Puente Alcántara de mi ciudad, llevaban a su Dios consigo, en el corazón y en su imaginario simbólico, que tan solo eran las consabidas y minimalistas tablitas cruzadas (léase crucifijo), sin ni siquiera a Jesucristo clavado a las tablitas, que habría añadido verismo y sentido trágico a la excursión espiritual mañanera. De vez en cuando se paraban, hacían corro y leían una especie de breviario. Estuve a punto de decirles que me apuntaran a su rollo para ver si así consigo dar algún sentido a mis sosos fines de semana. Y todo por no tener sexo luego, por la noche.
A las diez menos cuarto estaba citado con mi peluquero de cabecera (Gonzalo), un veinteañero que me da charlas muy simpáticas sobre su concepción del mundo y de la vida. Me cae muy bien mi peluquero. He ganado mucho con relación al anterior porque ese me daba charlas evangelizadoras y sobre sus arrasadoras victorias sobre el demonio, que, aunque siempre lo vencía, según decía, pero no terminaba de erradicarlo (debía ser de la pandillita de los de la cruz en procesión).

 

Pepe Fuentes ·