11 JULIO 2023

© 2021 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2021
Localizacion
Documental: El chico más bello del mundo
Soporte de imagen
DIGITAL 4000
Fecha de diario
2023-07-11
Referencia
7647

DIARIO DE ENVEJECIMIENTO XXXVII
El síntoma: 1.1 La Vejez y la Expulsión del Mundo
Lunes, diez de julio de dos mil veintitrés

“Era un grupito de jubilados que vivían del subsidio, gruñones, irascibles, amargados, viejos cabrones endurecidos, renegones y más bien mezquinos, que disfrutaban con su ingenio cruel, su iclonocastia y su camaraderia. Allí no había filósofos, ningún venerable oráculo que hablara desde las profundidades de la experiencia vital. No eran más que ancianos matando el tiempo, esperando que se le acabese la cuerda al reloj. Mi padre era uno de ellos”. John Fante
Estoy viviendo el imparable proceso de mi envejecimiento con dolor por lo que me pierdo del vivir; pero no trágicamente, quiero pensar.
No me siento excluido de casi nada, aunque lo esté de todo.
Tampoco expulsado de ningún sitio porque a ninguno he pertenecido verdaderamente. No he sido absolutamente nada en la vida, luego, estoy liberado de las inútiles añoranzas.
Solo me he dedicado a mis cosas, de las demás he sido absolutamente ajeno.
He conocido a gentes tristísimas por lo que creían haber perdido: trabajos, éxito, poder… y otras muchas cosas. Una entelequia porque nada se llega a tener verdaderamente. Todo es un préstamo. Hasta la propia vida lo es.
Catón dice: “A los que no tienen ningún recurso en sí mismos para llevar una vida buena y feliz, toda edad les resulta pesada. En cambio, a los que buscan todo lo bueno en sí mismos, nada de lo que ocurra por ley de vida les puede parecer malo. Michel Onfray (a propósito de Catón el Viejo).
Sí, trabajé, afortunadamente por cuenta ajena, porque eso me permitió despreocuparme de la dura maldición bíblica.
Tal vez podría haberme instituido en “artista” por gusto por esa actividad, pero eso habría supuesto verme obligado a ser alguien. Y no, a mí eso nunca me ha interesado.
Ahora, vivo mis días envejeciendo y ya envejecido, pero, aunque sea una obligación injusta: “En ninguna cosa hay mayor injusticia que en la frenética obligación de envejecer”. Gudbergur Bergsson; no me cuesta ningún esfuerzo y puedo seguir haciendo lo que he hecho siempre, pensar en las musarañas. A pesar de la injusticia que dice Bergsson (no le quito la razón), envejecer no cuesta nada.
Solo hay que seguir levantándose por las mañanas, lo demás lo hace la naturaleza o quien sea.
Cuando el mundo me expulsó o mejor, me eximió de la tarea laboral (por cuenta ajena), di un paso decisivo en mi construcción personal, que no sé muy bien en qué consiste, o sí, porque, en mi caso creo que se trata de no tener que ver la cara a gente que no me gusta todo el día, todos los días. Eso está realmente bien. Un poco más tarde me jubilé, y eso estuvo mejor todavía. Me parece mentira que un hombre tan lúcido como Muñoz Molina, afirme: “Ser un jubilado es ser viejo”. No, querido Antonio, ser viejo es otra cosa.
Para mí, jubilarme, fue tomar la puerta de salida (siempre hay una puerta por la que hay que salir y por la que ya no se vuelve a entrar nunca más, afortunadamente). En mi vocabulario vivencial a eso lo llamo: Libertad…
La Fotografía: En esta aproximación a un hecho transcendente que empiezo hoy, no me será fácil encontrar fotografías apropiadas. Quizá sea más dramático de lo habitual el hecho de envejecer para quienes el máximo esplendor se ha sustentado a partir de la belleza gozada en la edad muy temprana. Es el caso de Björn Andrésen que, en 1971, con motivo del estreno mundial de ‘Muerte en Venecia’, en la que actuó, el director italiano Luchino Visconti proclamó a su Tadzio como «el chico más hermoso del mundo». Y sí, en esa película lo fue. A partir de ese momento todo fue pérdida para él, envejecer durante toda su vida, cada día. En la foto, durante su actuación en el magnífico documental que dirigieron Kristina Lindström y Krisitan Petri, en 2021.

Pepe Fuentes ·