13 JULIO 2023

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Pelicula Remini, de Ulrich Seidl
Soporte de imagen
-DIGITAL 12.800
Fecha de diario
2023-07-13
Referencia
7649

DIARIO DE ENVEJECIMIENTO XXXIX
El síntoma: 1.3 La Vejez y la Marginación

Miércoles, doce de julio de dos mil veintitrés

“Ya es usted un anciano, le dijo el mundo, tome sus tarifas reducidas de metro y el cochecito de su nieto y empiece a comportarse como un viejo”. Sergio del Molino
Y una mierda!!! Eso pensaba yo hace tan solo poco más de un año. Tampoco, por una boba vanidad, pedía el descuento conmiserativo en los museos, por ejemplo (ahora es lo primero que hago).
Sí, ahora he dejado pasar al viejo en mi vida. ¿Eso me añade valor, o verdad, o coherencia, o madurez, o sabiduría? No. Tan solo un plus de decrepitud: parecer y asumir el ser un puñetero viejo. Maldita sea.
Las gentes, en general y en contadas excepciones (los inteligentes, siempre son los menos), me llaman de usted (no puedo detestar más intensamente esos modos), que, en realidad, supone: -usted y yo, jamás podremos establecer una relación de iguales; luego no tendremos una conversación de confianza, una cierta empatía, una amistad, y, por supuesto, no podremos ser amantes nunca (esto vale para ambos sexos). O, dicho de otro modo: usted y yo no vivimos en la misma dimensión, somos radicalmente ajenos que nunca podrán encontrarse en un nivel personal. Es otro modo de hipócrita mal trato por una supuesta consideración que llaman -respeto- a la edad, supuestamente, porque en puridad a los viejos no se les respeta en absoluto. Somos los “viejales, los abuelos, los yayos… esos seres tan molestos de ver”; es decir, gentes merecedoras de compasión. En ese orden de valores, en prensa me estoy enterando de una creciente reacción social hacia los viejos, es decir, crece la gerontofobia (una de cada dos personas, que todavía no ha llegado donde ineludiblemente llegarán, abomina de los viejos). ¡¡¡pues qué bien!!! Y es ahí donde yo siento que pueden irse todos a la puñetera mierda.
Envejecer no es, a priori, una condición que añada valor alguno, desde luego que no, pero tampoco demerito. Después de todo y en última instancia, envejecer es tan solo una banalidad cronológica.
Pero, lo que si añade es un sentimiento igualatorio con el resto de los contemporáneos. Nos posibilita una pequeña y tal vez ruin venganza hacia todos aquellos que sentimos por encima a lo largo de la vida, que fueron muchos, en mi caso, casi todos.
“… Todos los fracasados de la tierra, todos los pobrecitos, los analfabetos, cobran así su venganza sobre los que acumularon éxitos, poder, conocimiento, cultura y sabiduría. El envejecimiento es igualatorio”. Manuel Vilas
Sí, eso puede ser, aunque yo no lo conseguiría, aunque lo intentara.
Estoy escribiendo y escribiendo a medida que voy pensando; pero, en este preciso instante se me han encendido todas las alarmas: algo huele a podrido en toda esta imbécil argumentación. Querría yo que se iniciaran campañas de ingeniería social para luchar contra la discriminación a la vejez, una especie de «Me Too» en defensa del trato igualitario hacia los viejos; o propugnar leyes proteccionistas, tipo -bienestar animal- que, convenientemente reformulada podría titularse como -bienestar geriátrico-.
No, jamás, por nada del mundo, movería ni una sola de mis escasas neuronas en conductismos sociales.
Así que, dado que este diario recoge mis sensaciones, emociones y, a veces, hasta mis reflexiones, no voy a eliminar esta entrada, porque he dado vueltas al asunto durante más de una hora, y eso es un testimonio real del decurso de mi agitación neuronal, tan infrecuente, que no tengo porque obviar; pero eso sí, me voy a resituar ante mi vejez y aparente discriminación de un modo contundente, que no será otro que hacer un enorme y olímpico corte de mangas al mundo. Que nadie espere nada de mí; ni siquiera un maldito voto, ahora que estamos en periodo electoral. El mundo se puede ir a la mierda él solito. Y yo también, solito, avanzaré hasta donde me sea posible.   
“En el mundo moderno podías ser aficionado al intercambio de parejas, podías ser bi, trans, zoófilo, sadomaso; pero ser viejo estaba prohibido”.  Michel Houellebecq
PS: Para partirse de risa: -a mí tampoco me gustan los viejos-
La Fotografía: Imagen de la película Remini (2022), de Ulrich Seidl. Sexo por dinero. Los dos personajes, viejos ambos, arreglan cuentas después del sexo que han mantenido. ¿Quién paga a quién? Y qué más da. Quien quiera saberlo tendrá que ver la película.
La sexualidad sigue siendo una necesidad entre los viejos, aunque los valores sociales y morales imperantes traten por todos los medios de erradicarla (eso avergüenza a toda la mojigata y mala gente que en el mundo es). Si pudieran extirparnos los deseos lo harían sin pestañear ¡¡¡que les den!!! Luego está la autocensura, la peor lacra, la peor maldición imaginable por la que alguien opta como consecuencia de una cobardía patológica. Qué nos quedará a los viejos para no morir antes de tiempo, de abstinencia: pagar. Sí, pagar, así son las cosas y menos mal si te lo puedes permitir, porque esa solución puede ser aséptica. risueña y hasta necesariamente terapéutica.

Pepe Fuentes ·