17 JULIO 2023

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Película Paraíso: Amor, de Ulrich Seidl
Soporte de imagen
DIGITAL 5000
Fecha de diario
2023-07-17
Referencia
10056

DIARIO DE ENVEJECIMIENTO XLIII
Las consecuencias: 2.1 La Vejez y el Deseo
Domingo, diecisiete de julio de dos mil veintitrés

“Hablemos más de la muerte y el deseo, que comprensiblemente es en los viejos un deseo desesperado, de atajar la muerte, resistirse a ella, recurrir a los medios que sean necesarios para ver la muerte con cualquier cosa menos claridad”. Philip Roth
La vejez consiste, por encima de cualquier otra consideración, en que ya no eres deseado por nadie. Nadie te necesita y tampoco te ama. Eso duele. Luego, necesitas hacer algo para salvarte in extremis.
El mundo procura eludirte, pasar de puntillas por tu lado, disimulando, para evitar que tú, imprudente y tontamente puedas requerir a ese alguien, aunque tan solo sea para intercambiar un simple saludo.
Sí, amigos, vengo diciéndolo sin empacho: la vejez apesta.
Cuando llego a este segundo bloque sobre la vejez, me encuentro con un aspecto nuclear, esencial, capital, el más importante, ya que la enfermedad me ha respetado, que sí, que lo ha hecho ¡¡¡menos mal!!! Porque me permite librar una última batalla, la más transcendente de mi vida de ahora, la única que me queda, diría.
Por qué, no necesito explicarlo, lo hace más arriba Roth, de mucha más solvencia filosófica que yo, dónde va a parar.
Al situarme ante la santísima trinidad de una vida humana: deseo, amor, sexo; me he preguntado cual es la secuencia adecuada en cuanto a importancia o prevalencia de valores con el que se define y constituye el alma humana.
Después de pensarlo un rato, tampoco mucho, he optado por el que he mencionado, aunque sospecho que, verdaderamente, el más importante es el sexo, por eso lo he dejado para el final.
En este momento de mi vida me hago cargo del hecho de que, ya en mi lejana infancia y obsesiva adolescencia, lo femenino y el sentimiento amoroso era lo más importante para mí; mientras que ahora, en el cierre de mi ciclo vital es el deseo, o más bien el sexo, lo que adquiere una dimensión de prevalencia sobre el amor.
Acabo de oír La agonía del eros, de Byung-Chul Han, con el que estoy de acuerdo en la detección de los síntomas que se aprecian en la sociedad actual, aparte de otras consideraciones sobre la imposibilidad de llegar -al otro- condición sine qua non para que prenda el hecho amoroso (léase también erótico); pero claro, este filósofo creo que habla del ser y la sociedad humana genéricamente; mientras que los viejos constituimos un mundo, una sociedad, una realidad aparte. Estamos en otra dimensión. Algún día volveré sobre esa obra y ese autor.
Es inevitable, ahora que ya no puedo ser amado y tampoco amar (quien busque el amor en la edad tardía se equivoca gravemente, sencillamente porque está abocado a la frustración más desoladora); solo me queda desear primero, y luego conseguir el objeto de mi deseo y entonces todo estará bien. No hace falta más, sencillamente porque si quiero más lo estropearé todo.      
Me ayuda en mi probablemente ideático planteamiento, Sándor Márai, con otro también algo cínico, aunque este autor no lo fue nunca para mí: “Pero los hombres, cuando envejecen, a veces sonríen. Y un hombre que envejece sonriendo puede ser más peligroso para una mujer que un codicioso gigoló. En la eterna y aburrida guerra de los sexos –en la que a pesar de todo nunca nos cansamos de luchar llega un momento en el que el hombre es el más fuerte porque ya no lo atormenta el deseo como antes, no lo empuja a dar pasos en falso. Ya no es su cuerpo el que manda, es él quien manda en su cuerpo”. Sándor Márai
Perfecto.
La Fotografía: De la película Paraíso: Amor (2012), de Ulrich Seidl. Forma parte de una trilogía sobre el Amor, la Fe y la Esperanza, en la que es patente el deseo de los seres humanos de transcender su plana y opresiva realidad. Es la búsqueda compulsiva de los brotes de la vida, aunque sea flagelándose como en el caso de la protagonista de la Fe. En ese sentido, la obra de Seidl me parece virtuosa y valiente, a la que yo he añadido Remini, de la que seguirán apareciendo fotografías en este capítulo sobre el envejecimiento inclemente.
Las mujeres sexagenarias buscan carne fresca y turgente (y negra, para variar). Hacen bien.

Pepe Fuentes ·