DIARIO DE ENVEJECIMIENTO XLV
Las consecuencias: 2.3 La Vejez y el Sexo
Martes, dieciocho de julio de dos mil veintitrés
“La sexualidad desempeña en todo ser humano un papel enorme, da igual cómo se realice. No hay otro remedio, porque es algo que se tiene. No hay ser humano sin sexualidad. Aunque le cortaran los pechos, la polla y todo, seguiría dependiendo totalmente de la sexualidad. Pero claro está que entonces habría muerto y sería una víctima total de la sexualidad total”. Thomas Bernhard
El amor, acaba; incluso el deseo acaba (más difícil); pero no el sexo, ese tan solo terminará cuando tu polla sea pasto de los gusanos (por eso no quiero que me incineren, para que ella rinda un último servicio póstumo a mi vida), entonces sí, entonces podré resignarme y decir, tristemente, ¡todo ha terminado ya! En una especie de juicio final autocrítico me preguntaré, con los gusanos como testigos: ¿ha ido bien tu vida sexual? Si me contesto que sí, todo este lío de la vida habrá merecido la pena (ojalá, porque todavía tengo tiempo de cagarla); si me contesto que no, vaya puta mierda de vida que habré tenido. Me diré…
“Había un poeta inglés que decía que él había creído que el sexo acababa a los 40, luego pensó que a los 50, y así hasta los 80. ¡Y no se acaba nunca! No se acaba nunca, doy fe”. Jorge Edwards
Observación o experiencia personal, ya que tengo suficiente tiempo detrás como para arrogarme el derecho a dejar aquí mi opinión al respecto: sí, me parece que el poeta inglés (no sabemos de quien se trata), estaba en lo cierto. La capacidad de practicar sexo pervive, es más, a medida que el tiempo pasa la experiencia es más matizada y los resultados más intensos; o, dicho de otro modo, mi sexualidad es ahora mejor que antes (lo malo es que es infrecuente, casi inexistente, diría, pero eso es por otras razones).
He de decir que, hablo de la sexualidad masculina, la de las mujeres no sé, porque no me lo cuentan. Si observo, que las pulsiones o evidencias son infinitamente menores, pero, vamos, tampoco puedo apostar porque carezco de información fiable. Hablo grosso modo.
A mí, me sigue apeteciendo mucho practicar sexo; pero detecto una amenaza cada vez más presente, la apetencia física o tal vez anímica, es cada vez menor, a medida que pasa el tiempo me cuesta más ubicarme en el deseo. Supongo que tiene que ver con el vigor físico, y, sobre todo, con la ya más que evidente incapacidad para el amor, o el erotismo, si se prefiere.
Seguiré intentándolo hasta el final de mis días… mientras la salud me acompañe…
“El sexo es el lugar en donde toda pedantería queda desenmascarada y ridiculizada y exterminada. El sexo es la materialización de la salud, el espejo de la salud”. Manuel Vilas
La Fotografía: Escena erótico-festiva entre viejos (aunque no tanto, todavía) de la película Remini, de Ulrich Seidl