30 JULIO 2023

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Película Viejos, de Raúl Cerezo y Fernando González
Soporte de imagen
-DIGITAL 12.800
Fecha de diario
2023-07-30
Referencia
7683

DIARIO DE ENVEJECIMIENTO LIV
El desenlace: 3 y 6 La Vejez y la Muerte
Sábado, veintinueve de julio de dos mil veintitrés

“Me repugnan esas mentiras sobre la muerte. La vida eterna. La vida después de la muerte. Condena, esferas, cielos e infierno. Solo son mentiras, repugnantes, estúpidas, lloronas. La realidad es una burla obscena, es la muerte”.Sándor Márai
Menos mal que es una quimera, según decía, con razón objetiva Epicuro: Nunca coincidimos verdaderamente con ella. Ni siquiera en el umbral nos cruzamos.
Mi padre me dijo tres días antes de morir: -he visto la muerte-; yo tenía entonces veinticinco años y era un pobre tonto, por lo que no le pregunté cómo era y cómo se sentía él en ese oscuro trance. Fue lo único verdadero, pero irreal, que me dijo mi padre en toda su vida. Y, entonces, tres días después, murió; sin saber que moría.
Mi padre tuvo suerte, por un lado, porque estoy seguro de que nunca pensó en la muerte; y por otro, curiosamente, porque llegó a verla, aunque fuera como una aparición evanescente pero reconocible. Nunca llegué a saber cómo era mi padre, él no tuvo ningún interés en transmitirme nada propio, y yo en averiguar o conocer nada de él en vida. La única relación que he tenido con mi padre ha sido desde su muerte. Comenzó a vivir en mí, muerto ya. El no murió viejo, yo sí lo seré cuando muera.
Me estoy dando cuenta de que esta entrada sobra, no es necesario escribirla, sobre todo en la vejez, porque es una maldita obviedad. En la vejez no hay nada que hacer que tenga que ver con la muerte, por inelegante y obvio. Y, sobre todo, escribir sobre ella porque es una obscenidad.
En todo caso, rendirle tributo y homenaje por ser la experiencia más trascendente, junto con el nacer: “…Dos cosas bellas tiene el mundo: amor y muerte”. Giacomo Leopardi
Y más la muerte diría, porque el amor siempre termina siendo un sentimiento quimérico, irreal y por siempre fallido, a pesar de ser el sentimiento más necesario de todos; mientras que la muerte es cierta y eterna. Y, en ocasiones, redentora y hasta gloriosa.
A pesar de la sordidez indigna que supone la degradación de la materia, es decir del cuerpo que hemos sido, deberíamos respetar su aciaga llegada:
¿Qué hacer cuando la vida llega a su fin? Esperar. “La mejor manera de acabar la vida es mantener la mente lúcida y todos los sentidos en plena forma, y dejar que la propia naturaleza destruya lo que ella misma creó”. Cicerón
Al fin y al cabo, si hemos tenido una buena vida, o ni siquiera; pero hemos conseguido llegar a viejos (argumento principal del diario de estos días), a poco que hayamos aprendido, y por mucho miedo que tengamos a la llegada de la parca, si es justo y necesario, rendir homenaje en el mutis final de la representación; y no digo que haya que aplaudir por la función de la vida que hemos protagonizado, pero sí ser grandes en el reconocimiento de haber vivido, manteniendo una buena relación con la muerte. Por lo menos estéticamente.
“Llegó a la alta ciudad en que la Muerte

Majestuosa, reina entre un cortejo
De declinante y pálida belleza”.

Percy Bysshe Shelley
Y, no olvidar nunca que la vida se sustenta por el hecho de que existe la muerte, es su imprescindible contraportada. Sin ella, sin la muerte, nuestras vidas quedarían completamente desactivadas por falta de sentido.
Despido aquí estas entradas en relación con la vejez, que merece menos respeto que la muerte, con la que acabo, porque mientras que una es fea siempre, degradante, e irrespetuosa con la integridad del ser humano que la ha contenido; la otra es, siempre, espiritual y trascendente. Pero, claro, están íntimamente relacionadas y mientras la muerte no necesita de la vejez, puede aparecer en cualquier momento; la vejez si necesita de la muerte para salvarse de tanta injuria física.
La Fotografía:
Una mujer vieja suicidada, de la película Viejos, de Raúl Cerezo y Fernando González.
Merece toda la comprensión, respeto y honor el que un viejo se sienta cansado y decida abandonar la representación de la vida, de su vida en el mundo. Todos lo merecen, pero los viejos más. Sin duda. Los viejos ya tenemos licencia para casi todo, salvo matar, supongo; pero sí para matarnos si queremos. Aunque destronados, somos los reyes del mundo. Que a nadie se le olvide eso.

 

Pepe Fuentes ·