8 AGOSTO 2023

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Museo Thyssen Bornemisza. Madrid
Soporte de imagen
DIGITAL 400
Fecha de diario
2023-08-08
Referencia
10061

MONÓLOGOS SOBRE ARTE
Capítulo dieciocho: Museo Thyssen Bornemisza
Lo Oculto 6
Viernes, veintiocho de Julio de dos mil veintitrés

“Creo en los signos secretos, en las llamadas que vienen de muy lejos, en las coincidencias fatales, porque nos relacionan con cosas invisibles a las que debemos hacer caso”. Balthus.
En la última sala, en el apartado de Sueños, oráculos y premoniciones, se encontraba, entre otras, todas ellas de sumo interés, una obra de Balthus, uno de mis pintores preferidos de toda la historia de la pintura. Me apasiona este artista porque es uno de los que se puede considerar como artista total, por su originalísima creatividad que no se parece a ninguna otra. Detrás de sus motivos, composiciones y personajes, pero, sobre todo sus escenificaciones, preñadas de sugestiva y misteriosa quietud, pero desde las que se traslucen cualidades y caracteres de una insondable profundidad en sus personajes. Su obra siempre me ha parecido que se encontraba más allá de cualquier otra contemporánea suya, porque están impregnadas de un aliento y alcance que no parece estar situado en el escenario donde tiene lugar la acción que sostienen sus personajes, sino en otra parte, intangible más bien. Las representaciones orquestadas por Balthus pertenecen a una dimensión espiritual que, aun siendo reconocibles en su conformación real, el alma de lo que sucede pertenece a otro modo de entender el hecho de vivir. Ningún otro pintor, para mí, ha sido capaz como él de trasladarnos a una realidad poética, o quizá metafísica, al menos en el siglo XX, como lo hizo Balthus.
No admite, me parece, simples adscripciones a corrientes o ismos fácilmente asimilables como surrealismo, naturalismo o cualquier otro. También se le ha definido como pintor erótico, o al menos de una fuerte presencia sensual en sus obras, especialmente con jóvenes o niñas.
Puede que todo sea cierto a la hora de hablar de sus obras, pero no es solo eso si no, también, un creador de belleza en estado puro. Lo que me parece, nada más y nada menos, es que se trata de un grandísimo artista que combinó su inmensa cultura, con influencias pictóricas desde el renacimiento a las vanguardias y todo ese enorme patrimonio agitado por sus muchos amigos, todos ellos pertenecientes a la más exquisita vanguardia cultural del siglo XX, europea, sobre todo.
“Detrás de la inmovilidad tranquila de la naturaleza, detrás de los comportamientos de los seres, siempre he sentido la complejidad secreta y oscura que llama a todos los artistas y les hace sumirse en lo más profundo de los bosques y las simas”. Balthus.
La Fotografía: Balthus. La partida de naipes (1948-1950)
“El joven que esconde una carta a la espalda se inspira en el jugador de una obra de George de La Tour, El tramposo con el as de diamantes, de hacia 1636-1640, del Museo del Louvre (a su vez inspirado en Caravaggio). La joven había surgido en pinturas y dibujos anteriores de Balthus como una echadora de cartas sentada ante una mesa con una vela. El encuentro entre estos dos personajes evoca el Edipo y la esfinge de Ingres.
Se diría que el joven acude a consultar a la adivina, pero pretendiendo engañarla y burlar así su destino. Sin embargo, él mismo, con su rostro dividido y su cuerpo plano y anguloso, no es más que otro naipe en el juego de la adivina/esfinge que tiene enfrente y su torso forma el rombo rojo del as de diamantes, precisamente la carta que escondía el tramposo de La Tour”.
Cartela de sala.

Pepe Fuentes ·