DIARIO ÍNTIMO 68
Jueves, diez de Agosto de 2023
“Yo no tengo tendencia a la obscenidad, y la vejez es obscena. Yo llegó hasta los 70 años y paremos de contar». Marcelo Lillo
Yo también, hoy precisamente. No sé exactamente a lo que se refiere Lillo, si a tirarse desde un puente, por ejemplo, o a vivir para siempre en el año setenta. Me parece, si creo entenderle que se refiere a la trágica primera opción, aunque también podría definirse como liberadora. No sé.
Estoy completamente de acuerdo con él en lo que se refiere a la obscenidad, pero no haré ninguna de las dos cosas, por un lado, porque la alternativa puente, también me parece obscena, aunque menos y más limpia; y lo de seguir sin contar es una idiotez impropia de la inteligencia humana.
El caso es que aquí estoy, con más años de los que mi cuerpo va a poder soportar durante mucho tiempo más. Estoy persuadido que enfermaré pronto y todo acabará mal (nada acaba de otro modo). Bueno, sí, puede acabar relativamente bien, como le ocurrió a mi padre (lo dije hace unos días), agachó la cabeza estando sentado, y antes de que el gesto terminara ya estaba muerto. A mí también me gustaría largarme así, calladamente. Lo que tengo muy claro es que enfermedad no quiero.
Por último, informar al mundo, aunque el dato carece de importancia, incluso para mí, que hoy lo pasaré solo (ni siquiera tengo a Mi Charlie) y no celebraré nada, salvo que cenaré con mi querido amigo Ángel (se ha empeñado él y a mí no me gusta contrariar a mis amigos), aunque no contaremos ni bailaremos, por supuesto.
La Fotografía: Pues sí, este individuo soy yo, auto fotografiado con mi móvil, que tanta compañía me hace, sobre todo por las lecturas de obras literarias, y hasta filosóficas (no tengo sentido de la decencia lectora, pero es que ya, la ortodoxia, cuanto más lejos mejor). La fotografía me la hice cuando me encaminaba, muy despacio hacia la salida del museo. Había visto la exposición de Lo oculto, parte de la colección permanente, y una monográfica de André Butzer, muy por encima (me interesó muy poco). En esta imagen tengo setenta años menos trece días, o sea, comenzaré mi año setenta y uno enseguida, que diría Naty, que para estas cosas tiene muy mala leche. Por cierto me ha hecho un regalo estupendo y me ha dicho que me despida porque ha sido por la excepcionalidad de la irrupción en la era septuagenaria, que sabe cuánto me preocupa.
En estos días de museo y arte (despacito), el texto del apartado de la fotografía lo he ocupado con las cartelas de sala; hoy también, aunque poco puedo decir que me defina con algo de sentido artístico y perspicacia psicológica, salvo que en este mi tiempo no me considero nadie, y no lo soy, tan solo un anónimo individuo que camina despacito y solo y que únicamente desea no enfermar dolorosamente. Ah, y seguir escribiendo este diario, mientras pueda, que será lo único que dará sentido a mi vida. Todo lo demás, me da absolutamente igual. Si todo sale bien, no necesitaré gran cosa del mundo, incluido personas humanas (las mujeres, menos todavía, salvo a las mías: familia y amigas, porque las demás no me tratan bien). Ya está, fin de la cartela de museo.