LOS DÍAS 51
Sábado, veintinueve de Julio de 2023
Vuelvo atrás por un día, para recoger una entrada que me había dejado olvidada, de mi década anterior (sexagenaria). No quiero dejar restos olvidados por el camino.
-Por la mañana, a las ocho, he ido a pasear por la senda del río, sin Mi Charlie. A la vuelta, me he encontrado con mi vecina que iba con Su Manolo (su perrito bodeguero). Ella iba y yo volvía. Hemos buscado una sombra para charlar. Después de un buen rato de hablar de cosas sin importancia, ella ha decidido volver conmigo. Nos hemos contado cosas de mucha risa. Ambos vivimos solos y me parece que, tanto a ella como a mí, nos conviene hablar de vez en cuando con alguien que no seamos nosotros con nosotros mismos (yo hablo cada día más conmigo mismo, pero solo me digo y me contesto tonterías).
Ayer, por la tarde, fui a una consulta odontológica porque tengo una infección en una muela (es la segunda clínica que visito en quince días), y ambas me han dicho lo mismo, que hay que extraer la muela infectada y a mí no me gusta la idea. Le dije a la doctora, una mujer muy joven y escueta (sumamente delgada y breve de estatura), que me curaran la infección y ya está, que a mí me parecían dos cosas independientes: infección y muela. La leve y buena joven (aparentemente), me dijo que eso no funcionaba así, que, aunque la infección se curara (improbable), la muela seguía estando ahí. Según ella la muela era necesario hacerla desaparecer, porque era el origen y causa de mis males. Me di cuenta de que no nos entenderíamos por mucho tiempo que habláramos del asunto, así que renuncié a seguir con la conversación y pedí cita para la intervención. Luego vendrá la reposición de otra muela para tapar el agujero, que supondrá que se abrirá otro en mi bolsillo. Cosas de la vida y de las muelas.
Vuelvo al sábado: hoy he hablado con mucha gente: mi vecina; Naty; mi amigo-hermano Armando; mi amiga Carmen, que está en Sri Lanka y todos los días me da el parte de viaje y me envía fotos que agradezco porque así parece que el viaje también lo hago yo.
No sé si saldré esta noche a tomar una copa. Ya veré.
Me he ocupado toda la tarde en este diario. Luego, he bajado a la sala principal de mi reino en verano: El Patio, a ver una peli y a cenar (la peli: la admirable y trepidante El último golpe, de David Mamet, que, seguro que ya había visto, pero como cada vez me acuerdo de menos cosas, que está muy bien, porque puedo recurrir a lo ya hecho, pero olvidado. Después vi el primer tiempo de un partido del Real Madrid (bochornosamente malo), por lo que decidí salir a tomar la copa, objeto de mi duda de por la tarde. Como no mejoren su juego, no perderé ni un segundo viendo fútbol la próxima temporada–.
La Fotografía:Mi sombra al llegar al sitio de copas, a las doce y cuarto.
La amplia zona ajardinada, repleta de mesas y todas ocupadas por grupos estáticos, como si estuvieran en las salas de estar de sus casas. Otros, sin mesas donde acampar, se esforzaban en bailar aburridamente. Me largué enseguida, como siempre. No había ni una sola mujer a quien mirar, bueno, sí, había una, pero esa no me miró, luego fue como si alguno de los dos no hubiéramos ido (creo que era yo).
Yo, que no he perdido mi sombra, por lo que no soy un hombre peligroso para nadie y mucho menos para las mujeres que ni siquiera me miran: “Has perdido tu sombra… no hay nada más peligroso que un hombre que ha perdido su sombra ¿por qué? No tiene nada más que perder. Godless, serie televisiva (Western)