16 AGOSTO 2023

© 2022 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2022
Localizacion
Almonacid (España)
Soporte de imagen
DIGITAL (100)
Fecha de diario
2023-08-16
Referencia
4396

DIARIO ÍNTIMO 69.1
Miércoles, nueve de Agosto de 2023

He vuelto de mi paseo a las nueve y media. Caminar porque sí me aburre, pero lo hago.
Menos mal que estoy oyendo una obra que me está apasionando: Filosofía a martillazos (es la única manera que a mí puede entrarme la filosofía y ni siquiera así, porque necesitaría un martillo neumático, como mínimo), de un tipo argentino, simpatiquísimo y listísimo que me tiene enamorado, de nombre impronunciable: Darío Sztajnszrajber (qué mala sombra, che, que alguien compusiera ese nombre y a él le toque llevarlo encima toda la vida). Antes oí, Filosofía en 11 frases, buenísimo, y después oiré la segunda parte de esta primera de los Martillazos (este individuo se ha convertido para mí en un serio motivo para hacerme mitómano).
En la edición con la que estoy ahora, la primera parte la dedica a desentrañar el misterio del amor; sí, eso que hasta él mismo reconoce, armado de un martillo, que es inextricable y que tan solo, tal vez, se puede entender desde la literatura, desde el relato (con lo que estoy plenamente de acuerdo), ya que desde la razón o la metafísica es imposible, al menos convincentemente. La obra dura quince horas de escucha, que para mí serán veinte o veinticinco porque me pierdo a veces. A la altura de la mitad, más o menos, hemos pasado del Amor, a Dios, ambos motivos insondables hasta el vahído o el ahogo. Menos mal que Daniel S., lo escribe increíblemente bien, desde un inteligente escepticismo que agradezco infinitamente, y un tal Leandro Jonathan Dugatkin lo lee con una musicalidad argentina absolutamente hechizante por lo giros y la relajación chispeante del estilo. Me gusta tanto el argot y el frenético y brillante ritmo del lenguaje argentino, que yo, si conociera a una mujer de allí, de ese sitio, que poseyera esa manera hipnótica de hablar y el brillante y original argot, inevitablemente, me enamoraría de ella más allá del límite de lo posible y hasta del contorno de su propio cuerpo en caso de que fuera fea. Es raro que me pase eso, ¿no? O, dicho de otro modo, yo quiero una novia argentina para toda la vida (si algún lector de este diario conoce a alguna argentina en edad de noviar conmigo, por favor que me lo diga y me recomiende).
Llevaba varios días sin escribir y tenía un insoportable monazo. Creo que pasaré toda la mañana escribiendo, y tal vez la tarde también, aunque a las seis y media tengo que ir a ver al médico que escribe con un dedo (mientras, yo le miro fascinado con su torpeza mecanográfica) a que me cuente el resultado de mis resonancias de caderas (1). Espero no estar dañado, es decir, que no tengan que operarme de nada, sobre todo porque dolor ya no tengo.
Bueno, dejo esta entrada, pero no el día, porque se me ocurren más cosas que contar…
(1) No tengo nada malo, todo está bien: las caderas bien conformadas sin evidencia de erosiones ni daños. Fue la buena noticia del día (no hubo ninguna otra).
La Fotografía: Campo de pantallas ciegas y mudas y sordas y rotas; y un ser desorientado: aquejado de ansiedad y malestar, llegó al campo donde florecían promesas de virtualidades tristes. No sabía qué hacer y decidió recorrer el campo. Las pantallas banales y estropeadas de nada le sirven, lo sabe, pero prefiere vivir rodeado de ellas porque se niega a asumir que no haya nada en ninguna parte para él. Sufrirá, sin duda, pero nada puede hacer contra la decepción. La muerte llega siempre antes del momento real de la misma muerte, significándose a través de multitud de síntomas mudos que dicen sin decir…

Pepe Fuentes ·