10 SEPTIEMBRE 2023

© 2021 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2021
Localizacion
Madrid (España)
Soporte de imagen
-DIGITAL 12.800
Fecha de diario
2023-09-10
Referencia
3064

COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 33 y 3

… Me he dado un día más para cerrar mi torpe reflexión política de los últimos días, especialmente ayer, ya que, puerilmente, invocaba a una cierta ética idealista y por derivación platónica y cristiana, tan ingenua y arcaica.
No, el fenómeno Sanchista (así se llama a la vanguardia más rabiosamente postmoderna de la vida política en España), es algo más.
Yo, también un poco postmoderno, no había caído en la cuenta del aspecto mágico de la “movida”. Lo he pensado mejor, me he desprendido de prejuicios moralistas, es decir, trasnochados, y he intentado colocarme en un nivel más amplio, relativo y hasta nihilista, aparte de cínico, naturalmente.
No había entendido que Sánchez es un visionario que ha decidido encarnar un prodigioso salto desde el Renacimiento a hoy mismo. O, dicho de otro modo, de Maquiavelo, insigne filósofo político renacentista (Sánchez no es filósofo, ni artísticamente renacentista, tan solo es cínico y un vulgar detentador de poder). Se ha imbuido de las ideas del insigne personaje (“el fin justifica los medios”, Maquiavelo), y ha decidido imitarle en casi todo. Pero lo ha leído interesadamente porque el florentino filosofaba en interés del estado y este otro individuo tan solo lo hace por interés propio (a él el estado le trae sin cuidado).
“Nicolás Maquiavelo (1469-1527) elaborará una doctrina que separaba radicalmente la política de la religión y de la moral. Según Maquiavelo la tradición política clásica había puesto la mira en el hombre como debería ser; así las soluciones políticas grecolatinas y medievales terminan en una abstracción lejana de la realidad fáctica y de las circunstancias históricas (…) el fin último del príncipe debe ser la conservación del poder político, para hacer esto hay que conocer las pasiones humanas y jugar con ellas. Todo medio que permita el mantenimiento del poder llega a ser desde esta perspectiva, pragmáticamente lícita; la política goza de una autonomía particular donde las reglas de la moral natural y las verdades de la religión revelada dejan de ser absolutas para convertirse en medios para la conservación del Estado…” Historia de las ideas contemporáneas, de Mariano Fazio.
“El que engañe encontrará siempre quien se deje engañar”.
Nicolás Maquiavelo
Aquí se cuentan por millones.
Testimonio en una carta a algún contemporáneo del florentino, que no puede ser más reveladora, por analogía, de la personalidad de nuestro infausto personaje, con la diferencia de que éste sería incapaz de reconocerlo y expresarlo con tanta lucidez y talento:
«desde hace un tiempo a esta parte, yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla».
Nicolás Maquiavelo
El sujeto ha inventado un principio de actuación al que llama: “es el momento de la política”, dice, y este temible planteamiento consiste en que, bajo esa premisa todo está permitido (el fin justifica los medios, otra vez): en ese territorio, no hay ley, no hay estado, no hay lealtades, no existe la verdad y tampoco los intereses de los gobernados. Tampoco principios superiores. Todo está permitido y todo es susceptible de ser destruido en aras del lujurioso ejercicio del poder. Solo existe Él, y luego Él, y finalmente Él, por encima de todas las cosas, absoluta y ciegamente. Eso es autocracia golfa, caudillismo infame y repugnante.
Dejaré aquí este lio porque ya he empleado demasiadas energías en vano. Ni a pesar de intentar explicarme intelectualmente al personaje he conseguido ni un ápice de comprensión y empatía hacia él. Puedo, teóricamente, sentir una cierta afinidad intelectual con posturas cínicas o nihilistas; pero con este tipo de ninguna manera y por qué, sencillo: es de una obviedad y vulgaridad de espíritu absoluta, aparte de vanidoso y pueril.
La Fotografía: Hoy tampoco sabia que foto poner. No se me ocurre porque con este temita no hay margen para la metáfora icónica e irónica, así que coloco otro monstruo y me quedo tan a gusto.

Pepe Fuentes ·