LOS DÍAS 66
Sábado, treinta de Septiembre de 2023
Hoy me he levantado a las seis de la mañana, una hora antes que cualquier día, de un estupendo humor y no sé por qué; debe ser porque como mi estado de ánimo es una pelota que bota incesantemente movida por la ley de la gravedad (movimiento de caída), pero vuelve a subir y eso será por un movimiento inercial y reactivo automático; o, dicho de otro modo, hoy toca subida, mañana bajada. Ya veremos.
Creo que gozo de un estadio permanente natural y saludable. La gente que está bien siempre (o mal), o están enfermos o son unos majaderos de los que hay que protegerse. Yo, por el contrario, soy un tipo disfrutable, aunque secreto, en la vida de cualquier ser inteligente (no lo sabe nadie, porque nadie busca mi compañía, y menos mal porque sería molestísimo).
La mala noticia es que hoy a pesar de ser un día propicio para el sexo, no lo tendré, pero por cuestiones ajenas a mi voluntad. Tendré que esperar al que viene a ver si los dioses me son propicios.
A pesar de que ya he obtenido el carnet de misógino (me lo han entregado, con firma y todo, mis amigos, que también lo son), ayer envié el número de teléfono a una mujer de la página de contactos y lo hice porque sabía que no lo utilizará, es decir no me llamará (menos mal). Esta actitud de las mujeres, tan aburridamente pasiva, me da mucha libertad porque me permite hacer lo que me da la gana cuando me da el “punto”, porque sé que no tendrá ninguna consecuencia.
Resulta estéril e inelegante dirigirse a cualquier mujer de las que se presentan a sí mismas como seres prodigiosamente maravillosos, aunque ninguna lo sea, porque incluso, aparte de carecer de los mínimos y sencillos principios como la cortesía, hasta escriben con faltas de ortografía así que mejor no imaginar cómo hablarán o como se ordenarán sus valores y sus vidas (el otro día, una de ellas, escribía gente con jota, y así muchas de ellas). Y, encima, estáticas todas.
No es cinismo lo que me inspira (o sí), pero prefiero que así sean las cosas: cada uno en su sitio o en su casa (y Dios en la de todos). La dialéctica o trato con el mundo femenino, en mi caso: bajo las estrictas leyes del comercio, lo demás, una puñetera mierda.
Ahora son las siete y cuarto ya, así que dejaré de escribir porque debo prepararme para salir con Mi Charlie, ahora oyendo El Anticristo, de Nietzsche. Componemos por el campo solitario un trío perfecto: Mi Charlie, Nietzsche y yo. Indestructibles.
La Fotografía: Imagen y expresión de mi Alma, que me encontré inesperadamente en un rincón polvoriento y oscuro en el claustro de la catedral vieja de Salamanca, hace tan solo unos días. La fotografié hasta tres veces para celebrar el fabuloso encuentro.