DIARIO DE VIAJE: a Castilla León Oeste.
Lunes: dieciocho de Septiembre de dos mil veintitrés
Día 1.4
… Una vez fotografiado el supuesto espíritu abulense en forma de mujer abundante, derechito a la catedral.
Templo fortaleza por su disposición arquitectónica y propósito de los constructores en el siglo XII, luego una mezcla de románico y gótico; aunque en el interior prevalece el gótico. Me llamarón poderosamente la atención los sillares de granito veteados con manchas rojas, que unido a un umbral penumbroso dotaban al interior de un recogimiento y extraño misterio. Me sentí encantado con la visita que hice despacio y recreándome. Fotografié poco, pero suficiente.
Si no fuera porque vivo en una ciudad perfecta para mí, como amante de la soledad y el silencio, me trasladaría a vivir a Ávila, también ciudad exacta e infalible para celebrar los necesarios y acogedores encuentros con las sombras.
No sé si las ciudades nos hacen o somos nosotros los que las hacemos a ellas. Yo, no me concibo en otro sitio que no sea el que ocupa mi cuerpo ahora y desde siempre.
Esencialismos aparte, inquietantes porque podrían marcar el signo del resto del viaje y eso me asustaba un poco, y una vez que comprobé que el Museo y casa natal de Santa Teresa, objetivo de mi paso por Ávila, estaba cerrado, decidí partir en dirección a Salamanca, pasando antes por Peñaranda de Bracamonte. Eran las cinco de la tarde y tan solo estaba a 60 Km.
Mi maldito navegador que, en combinación con la pantalla del coche, se convierte en un recurso diabólico porque siempre intenta, a toda costa, llevarme en dirección contraria, hizo desaparecer a Peñaranda de Bracamonte, porque sí, porque mi navegador tiene muy mala idea. El dichoso navegador se convierte siempre en molestísimo protagonista de mis viajes. Llegué en torno a las seis a las puertas de Salamanca…
La Fotografía: En el claustro de la catedral abulense vi las lápidas de los sepulcros del que fuera presidente del gobierno español de 1976 a 1981, Adolfo Suarez, junto a su mujer (homenajeados catedraliciamente a título póstumo, pero se lo merecían). Fuera, en una plaza, hay una escultura a tamaño natural del Duque, adentrándose en las vacías calles.