29 OCTUBRE 2023

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Casa Encendida, Madrid
Soporte de imagen
-DIGITAL 640
Fecha de diario
2023-10-29
Referencia
10146

LOS MICROVIAJES: acercamiento a Pablo Picasso (apéndice)
Sábado, quince de octubre de 2023

Entré en el Circo con quince minutos de antelación, ya había caminado en el día más de diez kilómetros y me apetecía sentarme. Instantes después, llegó una mujer joven que se sentó en la misma fila, con una butaca de separación conmigo.
Me pareció sumamente atractiva y estaba sola (curiosa e insólita conjunción de circunstancias). Durante diez minutos, antes de comenzar el espectáculo, se dedicó a mensajear con entusiasmo; supuse que con alguien con quien le gustaría estar pero que no había podido venir. Todos los espectadores de esa fila teníamos un problema para visualizar el escenario: una barra transversal que delimitaba la zona nos caía justamente a la altura de los ojos, y todos los de nuestra fila se fueron marchando a otras localidades vacías (y yo aguantando, y no sabía por qué). Mi compañera decidió hacer lo mismo y se fue a unas filas superiores, como un resorte yo hice lo mismo (y entonces supe porque había aguantado); y, es más, me coloqué a su lado, aunque con una butaca entre medias, como antes. Daba risa la maniobra, que fue absolutamente automática e inocente por mi parte, salvo porque si tengo oportunidad de perseguir la belleza, lo hago.
Comenzó la obra y como era medio circense, de vez en cuando nos mirábamos y cruzábamos risas cómplices. Poco después y por iniciativa mía comenzamos a comentar la obra con empatía y buen rollo. Yo, incluso, para hacerme el enterado comenté alguna anécdota sobre Picasso que me sabía y que los actores reprodujeron fielmente poco después. Quedé fantástico. La obra terminó y salí con mi simpatiquísima compañera, le pregunté si tenía algún plan para después y me dijo que no, así que acordamos tomar algo juntos. Ella propuso La Casa Encendida (yo nunca había estado y además se encontraba al otro lado de la calle). Al no conocernos de nada y tener todo por descubrir, comenzamos a explorar nuestras respectivas vidas, al menos en su aspecto inmediato y actual. Parecía que nos caíamos estupendamente. Ella a mí, desde luego que sí.
Era una mujer joven, según supe después, en torno a la mitad de mi edad, colombiana que llevaba tan solo una semana en España y que había venido a hacer un master sobre arte que duraría meses. En la Casa Encendida había un concierto de un rapero sobre la integración de los inmigrantes: “Lo afro está en la casa”. Mi nueva amiga, encantada bailando, yo ni una cosa ni otra (aunque el rap me interese un poco).
Al rato la propuse que nos fuéramos a comer algo (yo tenía hambre). Accedió.
Tomamos una ración y unas cervezas en un bar cercano. Estábamos cómodos ambos.
Como era una mujer ilustrada y dedicada al arte en su país, la conversación fluyó con agilidad e interés, contándonos mutuamente cosas sobre arte y de España y Colombia. Me encantaba esa mujer, pero desde un plano absolutamente amistoso ya que no podía ser de otro modo por mil circunstancias. Poco antes de las doce le propuse acercarla a la residencia donde vivía (zona universitaria). Eso hicimos. Cruzamos números de teléfono, era una cortesía obligada, pero no creo que volvamos a contactar y mucho menos vernos. Volví a mi casa muy contento porque había pasado unas horas con una mujer atractiva e interesante. Me encantó la experiencia. Mi excelente estado de ánimo me dio todavía para ir a tomar una copa a mi sitio habitual, que estaba abarrotado; pero ahí no pasó nada. En ese jodido sitio nunca pasa nada, hasta que  pase, si es que tiene que pasar, y si no, pues no.
La Fotografía: Obviamente, no tengo fotos de mi joven e insospechada amiga (no creamos la suficiente confianza para proponerle una foto). Sin embargo, si hice esta, a modo de inequívoca demostración de que yo estuve allí, rapeando un ratito; aunque nada tuviera que ver con mi propósito de acercamiento a Picasso y tampoco con mi relación con la africanidad, que es ninguna. A veces hago cosas inexplicables, sin daño ni nada, ni para mí ni para nadie.

Pepe Fuentes ·