12 NOVIEMBRE 2023

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 320
Fecha de diario
2023-11-12
Referencia
10175

COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 37 y 2
Viernes, diez de Noviembre de 2023

… Mi inútil enfado (por irrelevante), se fundamenta no solo en el hecho del daño irreparable que harán a la economía española; a la estabilidad institucional y estructural del país; a la cultura con un ataque frontal y destructivo a nuestra lengua y a nuestra historia; a los cimientos básicos de un estado democrático recién conquistado, que por encima de todo debería sustentarse en la separación de poderes; y a la autoestima de todo un país por la pérdida de confianza en nuestros logros y potencialidades. También, por supuesto, a nuestra posición en el mundo, seriamente afectada porque pasaremos a ser un país y una sociedad nada fiable (secundarios).
A partir de que se consumen todas las amenazas que planean sobre nosotros, seremos una nación devastada, como lo están siendo todos aquellos países latinoamericanos bajo el poder de dictaduras populistas, lo que procuran que seamos y que seremos.
Pero todos esos argumentos, aun siendo catastróficos, no definen suficientemente la inconcebible situación que tenemos planteada, si la relacionamos con la causa y origen de todo ello: el incontrolado y primario narcisismo perverso de una sola persona. Inaudito y exasperante. No parece si no, que nos hayamos perdido el respeto a nosotros mismos.
“Lo grave no fue que hubiera un hombre con el valor suficiente para ser malvado, sino que hubiera millones de personas sin el valor suficiente para ser buenos”. John Fowles (sobre Hitler).
Como cualquier dictador que en el mundo e historia han sido, la casuística se repite con exactitud: determinadas circunstancias coyunturales colocan a un individuo megalómano y psicopático en situación de actuar, y lo hace, como lo han hecho todos los que así han sido en mundo: secuestra a un pueblo y lo vende para alimentar su ego y ansia de poder. Y, se perpetua en el tiempo indefinidamente. Cueste lo que cueste, porque no es él el que paga, lo hacemos los demás.
No vivimos en la Edad Media o incluso en el siglo pasado (era de los grandes dictadores), en la que al pueblo le era realmente difícil tener la información necesaria sobre sus gobernantes para reaccionar; no, que va, vivimos en una sociedad hiperconectada, con todos los elementos e información suficiente para tomar decisiones a partir de un análisis racional de la coyuntura que sufrimos. Pero, no lo hacemos, y a partir de ahí, la pregunta crucial es: ¿Lo que tenemos es lo que queremos y nos merecemos? Sí.
Mi enojo, entonces, solo puede ser ignorante e injustificado, me digo. Sí, puedo contrariarme porque no me guste lo que veo, pero estoy obligado por sensatez y por mi propio bien a analizar el estado de cosas desde otra perspectiva. O dicho de otro modo: dado que asumo el sufragio universal, otro de los pilares de la democracia, tan solo me queda margen para contemplar el decadente espectáculo e intentar entender las causas de los otros. Eso puedo hacerlo, intelectualmente se entiende, pero nada más.
No obstante, no puedo evitar reflexionar en el sentido de que un estado tendría que dotarse de mecanismos de defensa, sustentados en la ley, que impidieran su propia destrucción; o dicho en román paladino: los artífices de esta debacle y despojo material y moral de un pueblo unido desde hace más de medio milenio, tendrían que ser procesados y juzgados con el mayor rigor que pueda concebirse, por prevaricación, traición, corrupción, terrorismo (se ejecuta de muchas maneras, también de guante blanco), fraude de ley, compromisos electorales incumplidos, y mil cosas más, que se resume en un solo e inapelable cargo: Traición al Pueblo Español, con el agravante, además, de utilizar su posición de dominio derivada de haber sido elegidos por el propio pueblo. Es imposible imaginar mayor aberración moral, mayor infamia. En consecuencia, una vez juzgados bajo la ley más severa que deberíamos ofrecernos, ya que iría dirigida a neutralizar y reprimir la misma naturaleza del mal, les fuera aplicada una irrevocable y justa sentencia: pasar el resto de sus días en una severísima prisión (Spandau, rediviva). Si no somos capaces de hacer eso como pueblo, nos merecemos la esclavitud.
La Fotografía: Estas gentes políticamente perversas, anómalas y fraudulentas conseguirán formar gobierno (tutelado por independistas, lo que es el colmo de la estupidez y el absurdo). El líder es uno, pero secundado y apoyado por la lideresa de un partido comunista que ahora se llama de otro modo. Son dos los principales, en un estado de euforia omnipotente, triunfal e incontrolada. Esta fotografía, además de simbólica es un lamentable sarcasmo.

Pepe Fuentes ·