26 NOVIEMBRE 2023

© 1952 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
1952
Localizacion
Nicolás Fuentes y Luisa Luján, en su boda
Soporte de imagen
DIGITAL 50
Fecha de diario
2023-11-26
Referencia
8499

DIARIO ÍNTIMO  86.3
(Cinco generaciones de Fuentes)
Un día cualquiera.
Origen de los orígenes (memoria fotográfica de antes de nacer)

De todos los bienes, el más deseable para los habitantes de la tierra es no haber nacido, es decir, no haber visto jamás resplandecientes rayos del sol. Y caso de haber nacido, lo deseable era franquear cuanto antes las puertas del Hades para descansar profundamente sepultados en la tierra. Teognis de Mégara (s VI a.c.
Impresionante la lucidez de este poeta y filósofo (todos los poetas son filósofos y todos los filósofos poetas), que dos mil quinientos años antes de la filosofía nihilista o existencialista… ya reflexionaba sobre la nada y sobre el inconveniente de nacer para morir.
Después del festivo esplendor nupcial, nueve meses después, nací yo, innecesariamente. Nada pude hacer para evitarlo. Nadie puede hacer nada ante ese hecho. Después sí.
He tenido mucho tiempo para darme de baja del mundo de los vivos, pero no lo he hecho. Por algo habrá sido, pero ni siquiera yo lo sé a ciencia cierta. Supongo que por un impulso positivo o negativo (podría tener ambas acepciones), que tendría que ver con lo que decía Cioran: si no lo haces en el momento justo, ya será tarde siempre, “Quien no se ha suicidado a los veinticinco años, merece vivir”. Él no lo hizo, obviamente (murió a los 84 años), al fin y al cabo, bajo a la apariencia de hombre terribilis, puede que, en un sustrato profundo, fuera un sensible romántico que no pudo encauzar su naturaleza coherentemente. Desde luego, a la vida se aferró con uñas y dientes. Quizá, en muchos de nosotros, las crisis de sentido simplemente obedezcan a no haber encontrado el camino orientado hacia la vida propia de nuestra naturaleza.
No creo que en las generaciones anteriores, mis padres y abuelos, vivieran procesos existenciales agónicos y tampoco creo que ninguno de ellos se enfrentara al dilema de vivir o no, bastante tuvieron con enfrentar las dificultades. Eso, en épocas de escasez para nosotros, fue absolutamente absorbente y único. Aunque, siempre me he preguntado, porqué mi padre se dedicó durante dos décadas a destruirse a conciencia. Me contesto que su decisión no tuvo que ver con una devastadora percepción de que su vida carecía de sentido; sino, más bien, con el simple placer que producía el alcohol en su organismo, hasta la pura adicción, que como todas, fue tristemente embrutecedora y destructiva. De cualquier modo, nunca sabremos la más profunda razón que le hizo agarrarse al alcohol desesperadamente.
Yo, siempre me he preguntado por el sentido de mis intereses, y como moderado hedonista que soy, concluyo que solo me he empleado denodadamente en hacer todo lo posible para obtener más satisfacciones que decepciones. Un modo convencional de dar sentido a la vida. Y en esa batalla cotidiana continúo.
En ese complejo e incierto empeño han ido pasando los años, y no, no he tenido tentaciones de evadirme de la responsabilidad de vivir. Me ha ayudado, sin género de duda, no que las satisfacciones hayan superado las decepciones (más que dudoso), no, tan solo ha sido por un afán obsesivo por perseguir la superación y la perfección en todo. Que por mí no quede, debí interiorizar en algún momento de mi vida.
Ahora, no sé si todo ese descomunal esfuerzo ha merecido la pena o no; pero da igual el saldo, lo importante es que a mí me ha servido.
En cuanto a las generaciones anteriores a mí, no lo sé, nunca hablamos de eso, nos faltaba el bagaje cultural común y el desasosiego para hacer de esas reflexiones tema de conversación. Simplemente, ellos pasaron por la vida discretamente, y yo también.
Las entradas de estos días tienen un signo diferenciado en dos partes; la primera hasta la entrada cuarta (mañana), impregnada de un cierto escepticismo porque hablo de un pasado gris que aboca a un cuestionamiento del sentido de nacer para morir, representado por mi propia visión de la vida, pero claro, el biógrafo soy yo y así es como lo pienso y siento, y, en la segunda parte, daré paso al relato sobre los seres más luminosos de nuestra pequeña y corta saga. Es el futuro preñado de buenos augurios. Lo oscuro cede ante lo luminoso y el aduanero de ese cambio soy yo mismo, no solo porque lo cuento aquí y ahora, sino porque represento un antes y un después de nuestra historia. Soy el último representante de la zona gris, antes de la que será luminosa y brillante.
La Fotografía: Me encanta esta fotografía: espléndida y expresiva del carácter y el ser de las gentes de las que procedo. La rígida austeridad, siempre adusta y seria de mi abuela paterna (no recuerdo haberla visto reír nunca); la perplejidad de mi padre, sin duda asombrado del día que estaba viviendo; mi madre, tranquila y expectante. Y, por si fuera poca la singularidad de la imagen, hasta un niño parodia meterse el dedo en la nariz en el ángulo superior derecho. Toda una divertida metáfora de libre interpretación.

Pepe Fuentes ·