5 JUNIO 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Palacio de la Magdalena, Santander
Soporte de imagen
DIGITAL 5000
Fecha de diario
2024-06-05
Referencia
10376

DIARIO DE VIAJE: al Norte.
“Esta casa no es la que era”. José Hierro
Tercer día, martes, veintitrés de abril de dos mil veinticuatro (4)

… Desde las Naves de Gamazo volví sobre mis pasos, pero esta vez por el interior de la ciudad. Dado que eran casi las dos, prestando especial atención a los restaurantes de menú asequible para comer. Vi uno que tenía una relación precio oferta interesante, pero estaba abarrotado. La situación empezó a resultarme bastante ingrata, hacía frío, o yo tenía frío y además llovía.
A las dos y media seguía caminando sin encontrar un restaurante a mi gusto. Sentía un gran malestar. En el siguiente que vea entro, a la desesperada, me dije. Eso hice. Tenía un feísimo y desapacible comedor con luz fluorescente y mobiliario de formica de hace cuarenta años. Tan solo había cuatro o cinco mesas ocupadas por personas solas y tristonas que miraban hipnotizados un telediario.
Sin embargo, la camarera negra, grande y de sensualidad carnosa, despertó mi casi extinguido deseo sexual que enseguida fue neutralizado por unas lentejas pastosas y saladas y una merluza en salsa verde, tan mal cocinada como las lentejas. Un asco de comida.
La ciudad me estaba haciendo muy poca gracia, al menos la zona donde me encontraba. Recogí el coche que tenía aparcado en la estación de ferrocarril y decidí ir a la Península de la Magdalena, con intención de visitar el Palacio o Real Sitio. Ahora centro de actividades congresuales y Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en verano.
Llegué en torno a las cuatro. Me uní a una visita guiada. Ecléctica se dice que es su arquitectura. Si, seguramente y también de apariencia lujosa y como de cuento de hadas cantábricas.
El Palacio, construido entre 1909 y 1911, fue un regalo de la ciudad de Santander a Alfonso XIII. La familia real lo utilizaron de residencia veraniega hasta que la república los obligó a salir del país para no volver hasta mucho después, bajo la protección de Franco, que, como es sabido, siempre fue monárquico, después de franquista, claro.
Luego, muchos años después (1977), Juan de Borbón se lo vendió a la ciudad por 150 millones de pesetas. Los santanderinos pagaron dos veces por lo mismo (las interesadas inelegancias de los Borbones).
El palacio ya no tiene el lustre que dan a los edificios la realeza, pero así ha salido la historia. El que no dio ningún lustre fui yo, es más, quise despistarme del grupo que me había tocado en la visita guiada y me riñeron.
Poco puedo decir de la visita en sí, se recorre la planta baja: salón de baile, comedor y algunas dependencias como el despacho de Alfonso XIII, y alguna sala de estar. Los muebles son originales y han realizado alguna reforma en suelos y paredes. En fin, a pesar de lo aparatoso del aspecto y las magníficas vistas a la bahía, apenas si sentí nada especial allí. Subí al palacio en un trenecito turístico y bajé andando. Busqué el magnífico hotel al que me había invitado Gabriel, que estaba cerca, en la playa de El Sardinero, cerca del Casino y tomé la habitación…
La Fotografía: Escalera y retrato fotográfico de José Hierro, colgado en una escalera de subida a la planta superior, que no se visita. José Hierro estuvo muy vinculado a la ciudad, es más, está enterrado en Ciriego, cementerio de Santander.
“La Magdalena. Soles. Sueños.
Mil novecientos treinta y nueve,
¡comenzar a vivir de nuevo!
Y luego ya toda la vida”.

Y los años que no veremos.”
José Hierro

Pepe Fuentes ·