20 SEPTIEMBRE 2024

© 2007 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2007
Localizacion
Chicago (EE.UU.)
Soporte de imagen
-35 MM. Kodak. High-Speed Infrared 400
Soporte de copias
ILFORD MULTIGRADO BARITADO
Viraje
SELENIO
Tamaño
18 x 28,5 cm
Copiado máximo en soporte baritado
2
Copias disponibles
2
Año de copiado
2011
Fecha de diario
2024-09-20
Referencia
4736

LOS DÍAS 58
Coppola, como personaje episódico de la novela, charlando con la narradora: “-vos sabés- el artista viene al mundo con un carcaj que contiene un número limitado de flechas doradas, puede lanzar todas sus flechas de joven o lanzarlas de adulto, incluso ya de viejo; también puede ir lanzándolas de a poco espaciándolas a lo largo de los años, eso sería lo ideal, pero sabes que lo ideal es enemigo de lo bueno; lo dijo como si estuviera improvisando, pero se notaba que era algo que tenía muy pensado ¿quiere decir que el artista no tiene control sobre estas flechas? -le pregunté-. Seguía hablándole al vacío, pero escuchaba -solo al final de una vida se puede evaluar la periodicidad de los lanzamientos…” María Gainza (Un puñado de flechas, 2024)
Lunes, dieciséis de septiembre de dos mil veinticuatro

Ya es lunes ¡menos mal! Se soporta mejor el paso del tiempo entre semana que en los finales porque en las conclusiones parece que tenga que pasar algo, y como nunca pasa, todo acaba como en un holocausto, sin serlo. Las catástrofes puede que tengan la textura de la épica, o del fin de la historia, o algo de trascendentes, en fin, artísticas, como si de una tragedia griega se tratara. Mis fines de semana no, no tienen nada de nada, y no es que desee que se me caiga la casa encima, eso sería estúpido; sino que se mueva algo, aunque solo sea el aire de una tormenta, violenta incluso.
Este fin de semana (viernes incluido), salvo hablar un rato con Gabriel, no crucé ni una sola palabra con nadie. Y no, no es que quiera hacerlo, eso es lo de menos, porque se suele hablar de nada; sino de algo tan sencillo e imposible como llenar de contenido vivencial el tiempo y que vivir no sea como una escara reseca en la piel. Ayer terminé un estupendo ensayo biográfico, pero de eso ya hablé ayer. Inmediatamente empecé otra obra prometedora de otra argentina, en este caso de María Gainza (Un puñado de flechas), escritora y crítica de arte argentina. Lo poco que llevo oído me hace ilusionarme con otra obra absolutamente gozosa. Menos mal que al menos me quedan mujeres argentinas que me acompañan en mis rutinarios paseos (la lectura es en modo argentino, con su propias palabras y sobre todo, el acento, oh el acento, tan musical, tan tanguero).
Cuando volví de mi caminata con María Gainza y Mi Charlie me recliné en mi cheslón del estudio a perpetrar estas cositas que traigo al diario. Luego comí una ración de paella que me compré el sábado en Mercadona y luego la breve siesta y luego otra vez al estudio a seguir con lo mismo, con planes de no morir todavía. Se me ha ocurrido que a finales de esta semana podría hacer uno de mis viajes cortos. He pensado en Huesca y Navarra, cuatro o cinco días, como mucho (me canso pronto de mis silencios viajeros). La tarde la pasé intentando establecer una posible ruta. Ya veré.
Después he cenado, lo de todos los días (qué aburrimiento), quizá deba cambiar mis menús nocturnos para añadir algo de variedad a las perezosas costumbres. Ya veré.
Por la noche televisión: una serie que me encontré el otro día por azar (Prison Break) y que me parece maravillosa porque sin ser de las consideradas buenas, para mí lo es ya que se parece a los tebeos que leía en mi infancia (El Jabato o el Capitán Trueno…) y porque es de aventuras y todos los capítulos terminan con una gran intriga porque los protagonistas, que son los malos-buenos les van a pasar cosas terribles y necesito ver el siguiente capítulo enseguida para ver cómo se libran de los auténticamente malos, más que ellos. Son unos tipos que primero fueron presidiarios y más adelante, gracias a la sofisticada inteligencia del líder pasaron a ser prófugos. Además, hay una bonita y contenida historia de amor sin sexo ni nada, solo miradas, que es genial, además de poético, porque me desagrada mucho ver follar a los demás, aunque sea en cine (es como si a un hambriento le muestras comidas pantagruélicas, es decir le torturas cruelmente). Y, por si fuera poco, el feliz hallazgo, no se trata de una de esas miniseries de mierda que solo duran seis capítulos y que si te gusta mucho te dejan frustrado por su brevedad; no ni mucho menos, esta tiene nada menos que ochenta y nueve capítulos, tres más que Los Soprano. Lo voy a pasar estupendamente.
Creo que voy a dejar ya el relato de mi desapacible fin de semana porque ni siquiera he sonreído en ningún momento. Ah, se me olvidaba, el sábado por la noche vi un partido del Real Madrid, que ganó (ganar es incitante, perder desanima), y eso me dio un cierto impulso para salir a tomar una copa. Tuvo gracia, entré en el bar de copas al que suelo ir en noches así (siempre en sábado), lo recorrí de oeste a este, de un lado a otro y vuelta (estaba semivacío), no encontré a ninguna mujer a la que mirar para ver si conseguía que ella me mirara a mí, pero no, no había ido; así que salí sin tomar nada (mi aventura duró exactamente un minuto). Media hora después de haberme ido ya dormía en mi cama, claro. Esta historia se ha acabado por hoy, ya que el lunes será exactamente como el domingo, y así todos.
La Fotografía: Chicago, estéticamente bella como una composición abstracta y futurista, pulida y hermética de bloques impenetrables. Es una ciudad para flotar entre sus soberbios edificios y seguir el curso del río Chicago por encima de sus sucesivos puentes. Magnífica ciudad, pulcra y elegantísima, estéticamente muy por encima de todas las que he conocido de EE.UU., donde fui durante unos años, porque Gabriel vive allí desde principios de siglo (tengo bastantes fotos de esa ciudad sin publicar todavía). Me parece prodigioso que los Fuentes, es decir, nosotros, desde el reseco cerro del acebuchal hayamos ido a para a una de las ciudades hermosas del mundo (quizá ha sido así porque nos lo merecíamos).
En esa ciudad se desarrolla la estupenda serie de perdedores y sus desventurados hechos, a veces también gloriosos, que estoy viendo encantado ahora.

Pepe Fuentes ·