26 DICIEMBRE 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
pepe fuentes (Toledo)
Soporte de imagen
DIGITAL (100)
Fecha de diario
2024-12-26
Referencia
10644

DIARIO ÍNTIMO 103
“El silencio cosecha sus víctimas día tras día, el silencio es una enfermedad mortal (…) se nos sugiere que nos defendamos con el egoísmo de la desesperación. Pero el egoísmo no ha resuelto nunca ninguna desesperación”. Natalia Ginzburg
Domingo, veintidós de diciembre de dos mil veinticuatro

Ayer, sábado, permanecí en silencio. Un día más. Recogí a Mi Charlie por la mañana temprano y volví a mi casa. Luego, a las diez (hacía mucho frío y la noche tardó mucho en marcharse) salimos a caminar.
Después al Súper (Mercadona), me compré unas delicatessen industriales, baratas. Hasta langostinos gordos en envasé de plástico.
Me dije: -para mí íntima celebración navideña- que será callada porque estaré solo, a no ser que me dé por cantar. No me compré una única vela, para crear ambiente de gran fiesta silenciosa, frugal y casta, porque no se me ocurrió.
Ni siquiera Mi Charlie se sentará a la mesa porque no estará conmigo.
Mientras compraba apresuradamente, sin esperanza, me he cruzado con una mujer, no sabría decir si en la cincuentena o quizá sexagenaria ya. Iba sola empujando su carro con desgana. Su aspecto físico era grato para mí, me gustó, y también la inmensa tristeza que impregnaba su rostro. Siento una gran empatía hacia las personas tristes con sustancia, y ella parecía que la tenía. Sus gestos denotaban que su pena venía de adentro, trabajada y lista para compartir.
Era una mujer que parecía vivir en una película de Aki Kaurismäki, como yo.
Nos miramos fugazmente, con temor y continuamos con nuestras compras baratas.
A la vuelta cociné deprisa un guiso de nada. Por la tarde, escribí un poco, no mucho, y revelé unas fotos que me hice el otro día.
Luego, cine y más cine, dos películas que vi como si estuviera asistiendo a la consumación de mi propia deconstrucción, fascinado por el espectáculo y pensando que el aislamiento silencioso puede ser muy bello.
Así me gusta imaginarme.
En estos días me ayuda a reconocerme Aki KaurismäkiMe gustan los perdedores, porque soy uno de ellos”.
Cuando veo su cine en estos días (dos películas diarias), me desdoblo en todas sus criaturas y me siento bien esbozando una leve sonrisa, nunca riendo; sus personajes queridos nunca ríen. Yo tampoco.
La mujer del Súper también parecía haber olvidado la risa hacía tiempo. Por eso, me la habría llevado a mi casa conmigo, para estar serios los tres (Mi Charlie, también).
Para completar su atractivo perfil para mí, en el garaje ya, la vi salir en un coche viejo y renqueante.
Que curiosa contradicción la de mi esforzada misoginia: en un hombre apenado ni siquiera me habría fijado, sin embargo, en una mujer sí (tontamente, sigo mirando a las mujeres).
A pesar de lo que dice Ginzburg, sospecho que desde el silencio y la seriedad también se puede vivir y gozar, precisamente de eso, del silencio, seriamente, con la sensación de que es único e inimitable.
Luego, me acosté, a las once y media.
Hoy, Mi Charlie (yo también), nos hemos levantado renqueantes (a las siete, de noche todavía y con -2º de temperatura). Componíamos una triste imagen de dos.
Preocupados por todo y por nada.
Él está enfermo, yo no, me parece, aunque no estoy seguro.
Hoy más silencio, a pesar de lo que dice Natalia G, porque más allá de sus mejores intenciones, para dialogar hace falta otro, y ese no quiere (yo tampoco).
Será la desesperación del egoísmo.
La Fotografía:  Este soy yo, ahora. Mañana seré otro, seguramente peor; sí, mi versión entonces será más lastimosa, pero me seguiré queriendo como a nadie. Todos los humanos es lo que hacemos, querernos cada uno a nosotros mismos como a nadie. Si es así, nada malo y catastrófico nos puede pasar, salvo que no nos quieran ni siquiera un poco, pero tampoco eso será demasiado grave, porque ya lo sabemos desde siempre.

Pepe Fuentes ·