DIARIO ÍNTIMO 106.1
“Para mí el sexo siempre ha sido muy importante. Me gusta más que escribir, más que el alcohol, más que la comida, más que viajar, más que la música y más que la lectura. Esas cosas también me gustan, pero el sexo mucho más. No me interesa averiguar por qué, supongo que se debe a una mezcla de razones bioquímicas, genéticas y también culturales. Ser latino y caribeño marca, y ser mestizo de españoles y africanos marca mucho más y estoy muy satisfecho. Me considero un privilegiado por haber nacido en Cuba en el momento que me tocó nacer”. Pedro Juan Gutiérrez (Conversaciones con mi sombra)
Lunes, treinta de diciembre de dos mil veinticuatro
Por la mañana hacía un frío polar ¡qué jodida incomodidad! Mi Charlie no quería salir a caminar, a pesar de que le hemos comprado un abriguito negro muy chulo.
Durante el paseo he seguido cautivado con la auto entrevista que se hace Pedro Juan Gutiérrez en Conversaciones con mi sombra ¡escritor poderoso, único!
Habla sobre el hecho de escribir, que en su caso también es vivir, actividad casi tan intensa y adictiva como el sexo en él (pero no tanto).
Lo que más me gusta de ese hombre, aparte de las arrebatadoras historias que cuenta, es su independencia y su capacidad para ser libre y fuerte. También se define como un antihéroe, un perdedor tal vez, pero en eso miente o no sabe realmente lo que es ser perdedor. Es objetivamente imposible, con una obra y una vida como la suya. Un perdedor es alguien como yo, querido Pedro Juan, que no soy nada ni nadie y estoy solo, y sexo no tengo, tampoco.
Yo, vivo en una película de Aki Kaurismäki, soy el personaje que quiere que le maten otros porque él es incapaz de hacerlo. Ese soy yo, Pedro Juan, tú que jamás te suicidarías, porque quizá esta noche “cogerás” con una mulata exuberante y sensual. Tú no eres un perdedor porque te aplauden por ser como eres: libérrimo y arrasador, que no da ni un solo paso hacia atrás y por escribir como lo haces. Te mereces lo que tienes por ser un gran artista honesto que trabaja siempre buscando la verdad en el corazón de los demás y en el tuyo propio.
Mi compulsivo seguimiento de autores paradójicos quizá me lleve a enloquecer (no sería lo peor), porque significaría que sigo vivo. Creo.
Admiro a ambos autores y por la misma paradójica razón ante el sexo y el amor: Gutiérrez, muestra el sexo en su obra como catalizador de reacciones existenciales (me convence y apasiona ese trasfondo); mientras Kaurismäki muestra el amor y nunca el sexo (también me enamora esa forma de entender su obra). Mi bipolaridad no tiene límites, y sin disimulo, ambas en los mismos días, uno de día, el otro de noche. Pero, en mi fuero interno, debo reconocer que soy infinitamente más finlandés que cubano. Y envidia no siento, solo admiración.
La Fotografía: Kaurismäki, finalmente, salva a la medrosa víctima del sicario que contrata para sí, porque encuentra el amor. El asesino era un profesional riguroso, un perro de presa, pero con una debilidad, el mismo se estaba muriendo también. A lo personajes perdidos de las maravillosas historias del genial Finlandés, a todos, hombres y mujeres los salva el amor. Es un hombre y un artista compasivo porque no quiere matar a sus criaturas ni a sus espectadores de soledad y silencio. También quiere salvarse él y lo hace contando historias en las que habita la desolación de los perdedores (no como Pedro Juan, que no lo es). Criaturas azotadas por los desaires del vivir que les lleva a veces a lamentar haber nacido, pero que no se rinden nunca. No son ganadores (como Pedro Juan), pero tampoco perdedores.