HISTORIAS MÍNIMAS 1
¡Cuántas cosas son posibles aún! ¡Aprended pues a reíros de vosotros sin preocuparos de vosotros! F. Nietzsche
Miércoles, uno de enero de dos mil veinticinco
Tontería: año nuevo, vida nueva…
Nada será especialmente distinto, lo único que sucederá es el inevitable empeoramiento general.
No, no parece que me haya levantado animoso hoy. Tampoco desanimado. Todavía sigo en buena forma (a veces, en días alternos).
Mi pequeña aportación al ensanchamiento de mi mundo hoy es la inauguración de este capítulo, y no ha sido una idea propia, sino una sugerencia de mi nueva amiga María, que me ha parecido genial y apropiado para este diario. Aquí todo es mínimo.
No, su sugerencia no implicaba sentido crítico hacía mí y lo que hago (quiero pensar), o sí. Vete tú a saber. De cualquier modo, este nuevo capítulo será en su honor.
Mi nueva amiga y yo hemos creado en apenas cuarenta y ocho horas un buen rollo fantástico. Hasta un viaje haremos, espero, cuando la primavera asome por el oeste.
Y ella dijo: A mí me gusta VIVIR y no sobrevivir. Lo que nos queda es el resto de nuestras vidas. ¡¡¡¡Bienvenidas las locuras sanas y nutritivas!!!!
Estuve de acuerdo.
De esta experiencia súbita se desprende que los conceptos funcionan lentos e inseguros, o no funcionan; sin embargo, sí lo hacen alentados por el deseo y las ganas.
¿Cómo despedí el año anoche, al filo de las doce? Durmiéndome a las doce menos diez. No, no quise presenciar el pavoroso espectáculo consciente. Está bien que ellos hagan lo que hacen y yo lo que hago, que es diferente.
Antes, lo único distinto que hice fue cenar en la mesa de comer sentado en una silla (siempre ceno en el sillón de ver televisión). Todo el tiempo estuve severamente vigilado por Mi Charlie por si mi dignaba invitarle a algo del no banquete (solo comí cosas recalentadas o frías). Y sí, compartí la cena con él.
María, mi amiga, no ha cenado hoy porque al parecer no lo hace ningún día; pero sí me estuvo contando por la tarde como progresaba el maravilloso guiso que estaba haciendo para comer hoy (ternera con verduras, setas y frutos del bosque). Sentí envidia (sana y nutritiva, como dice ella).
Del treinta y uno al uno, sueño profundo, sin pesadillas, creo. Mi Charlie sí soñó (en algún momento le oí gemir y le sentí temblar). Creo que ha sido en Harvard donde después de exhaustivas investigaciones han llegado a la conclusión de que los gatos y perros sueñan. No sé porque les ha costado tanto, con haber venido a mi casa a ver dormir a Mi Charlie habrían concluido lo mismo enseguida y sin esfuerzo.
Ahora es temprano: las ocho de la mañana, sin nubes en el cielo, pero hielo en el suelo.
Qué haré hoy para celebrar el nuevo año (solo es cuestión de calendario): Nada.
Bueno sí, ahora estoy escribiendo, pero eso ya lo hice ayer y casi todos los días.
Tan solo deseo y espero que no suceda nada indeseable o desgraciado hoy. Estaré tranquilo, y muy probablemente, aburrido, también. No sé. Quizá hable con alguien: en estos días tengo una amiga y nos gustan las mismas cosas. Un lujo.
Por cierto, ahora que me acuerdo, ayer me ocurrió algo inesperado e increíble que no me había pasado nunca. Caminábamos Mi Charlie y yo por la neblinosa senda del río, a media mañana y, delante de nosotros lo hacía una mujer alta y delgada con apariencia de joven. De pronto se volvió, me vio, y se paró a esperarme, como si me conociera, pero no: no nos habíamos visto en la vida. En el colmo de lo insólito, esa mujer era china (los chinos aquí son un mundo aparte, nunca hablan con nosotros ni nosotros con ellos). Sin embargo, esta mujer se puso a mi altura e iniciamos la marcha juntos hablando animadamente de todo un poco (yo suelo ser muy simpático en estos casos). La conversación duró medio kilómetro, hasta que ella dijo que se apartaba porque iba a explorar la orilla en una zona despejada. Yo seguí caminando, no sin antes presentarnos educadamente. Es curioso, ¿no? Me puso de buen humor el encuentro. Ambos, espontáneamente, espantamos el silencio.
Quizá ese sería un buen propósito para el año nuevo, algo increíblemente diferente para mí: conjurar silencios, con mujeres chinas o sin ellas.
La Fotografía: Hoy solo podía ser yo, con sombrero y buen humor, para recibir el mismo año de siempre, pero que se llama de otra manera.