28 ENERO 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 50
Fecha de diario
2025-01-28
Referencia
10695

DIARIO DE UN CONDENADO 13
“Cuidado con la tristeza. Es un vicio”. Gustave Flaubert
Domingo, veintiséis de enero de dos mil veinticinco

Anoche pensé en salir, a las doce, para ir donde siempre los sábados por la noche, a deshora. Llevo años haciéndolo. No tengo ni puñetera idea de para qué. Nunca la tengo. Quizá es para que alguna mujer me aborde como para ligar y entonces a mí me parezca que existo y así me quede tranquilo un rato. No me gustaría reconocerlo y aunque sea verdad no lo reconozco y punto. Una noche, una, que no era ni guapa, me hizo un gesto de invitación, desde la distancia, y me dije, por fin se está cumpliendo mi sueño. Me acerqué, tontamente, hablé a esa mujer que me contestó con una pereza infinita e inmediatamente me dio la espalda. La pregunta es: ¿qué se puede hacer ante una afrenta así, mirando una espalda que te acaban de ofrecer con rencor y crueldad sin hacer nada para merecer la afrenta? Nada, salvo retroceder caminando hacia atrás como si nada hubiera pasado (es lo que hice). Desde entonces no he vuelto a acercarme a las monstruosas y groseras mujeres, siempre dispuestas a infligir humillaciones a hombres buenos y ridículos como yo.
Me afeité y duché antes de cenar, realicé ejercicios respiratorios de autosuficiencia frente al espejo contra la derrota y las preguntas incómodas.
Cené viendo el partido de fútbol del Madrid (ganado con holgura), los resultados del equipo hacia el que siento simpatía es lo único sólido (por contemplativo) en mi vida, aparte de mi aburrido aburrimiento. Ambas cosas no me exigen ni comprometen seriamente a nada ¡el vacío bien, gracias!
También me ocupo superficialmente de temas culturales por prescripción facultativa de mi alter ego, pero eso es otra cosa que además no me hace reír.
Después del partido me quedaba una hora antes del momento de la salida habitual de los sábados por la noche, a deshora; y esa fue, justamente la última, la que me mató. Lo sabía y me dejé morir.
En ese rato largo me abandoné dulcemente, en la penumbra de mi sala de estar frente a la televisión, a mi habitual e impasible desidia de siempre.
La serie de televisión que ocupa ahora mis tiempos vivos y muertos, Yellowstone, me acompañó e hizo que me mantuviera absorto durante dos horas antes de acostarme, sin echar de menos nada y mucho menos a ese dichoso bar donde van gentes viejas como yo que no me gustan .
A los viejos, como a los niños, nos tendrían que impedir salir por la noche, por si los malos abusan de nuestra fragilidad.
Rompemos el equilibrio de las noches, tan llenas de exultante belleza y posibilidades, para otros, claro.
Nada más acostarnos Mi Charlie tuvo una crisis, no sé si de ansiedad o de pavor al desvalimiento nocturno. Temblaba incontroladamente y me daba con la pata para que lo abrazara. Era lo único que lo calmaba. Finalmente se durmió. Otra noche quizá tenga que ser él quien me abrace a mí por las mismas razones: quid pro quo.
Hoy, domingo, nos hemos levantado como si fuera lunes o jueves, por ejemplo.
En los próximos días escribiré sobre mis temas de rabiosa actualidad: Yellowstone (fábula ejemplar llena de filosofía geopolítica y sentidos existenciales); mi visita al Reina del otro día y a médicos especialistas de los próximos. Hoy no, hoy no haré nada, es fiesta de guardar.
La Fotografía: Los domingos no soporto cruzarme con nadie: ni personas que corren o que no, ni perros, ni ciclistas pedaleando furiosa e irresponsablemente. He elegido un camino que atravesaba un campo duro, frío, con escuálidas retamas afligidas. Vacío. La experiencia ha sido mística y doliente, aunque apacible por silenciosa. Con un camino tan despojado de todo, sin vida, no tardé en aminorar mis pasos. Poco después arrastraba los pies. Tuvimos que volver inmediatamente, antes de que tuviera que pedir un consolador abrazo a Mi Charlie.

Pepe Fuentes ·