DIARIO ÍNTIMO 115
“Lo más profundo del ser humano es la piel”. Paul Valéry
Jueves, veinte de febrero de dos mil veinticinco
Ayer, a las cuatro de la tarde, me presenté en una clínica para que una dermatóloga se ocupara de mis males visibles.
Antes, la inevitable sala de espera con pacientes agarrados a sus móviles, todos, concentrados y obsesivos (yo también). Todos horribles (yo también). Supongo que tiene que ver con que a los médicos solo vamos los feos y desahuciados para la vida. El tipo que tenía sentado a mi lado, con una tripa que parecía un aerostato se esforzaba denodadamente en hacer solitarios de naipes en su pantalla ¡menudo ejemplo! Odio las salas de espera porque yo ya no espero nada de nada, y menos con gentes alrededor.
La doctora O., me recibió sonriente y amable, como si la hiciera gracia el encarnizamiento que se disponía a llevar a cabo en mi cara.
Armada de agujas me inyectó fuego, y me dolió. Después, con un bisturí o cualquier útil cortante que yo no vi se dedicó a extirparme lo malo que se veía. La tarde estaba resultando delicada y peligrosa para mí.
La doctora O., era una mujer atractiva y muy simpática que en vez de decirme: -cierra los ojos-; me decía -cierra los ojitos-. No sé si me veía como un niño (que lo soy), o como su abuelito querido (que no lo era). Empleó otros diminutivos, que tan poco me gustan, pero no se lo reproché; me daba igual y al fin y al cabo habíamos alcanzado un alto grado de intimidad porque ella había entrado en mis carnes, eso sí, las podridas.
Menuda experiencia (dolorosa y molesta).
Dentro de una semana otra mujer, una enfermera, me quitará los puntos y también me dolerá.
La doctora O., me dijo que volviera en un mes para darme los resultados de la naturaleza de lo que extirpó ¿benigna o maligna? Ya veremos.
Al despedirnos me dijo -nos vemos prontito- (otra vez el dichoso diminutivo); pero un mes no es pronto, es tarde.
Sobre todo, porque dentro de seis días me operarán otra vez, y vete a saber si sobreviviré.
Cuando salí me reuní con mi amigo Ángel para ir al fútbol, al Bernabéu, pero eso lo cuento mañana porque hoy ya se me ha hecho tarde…
La Fotografía: Hace seis años me intervino una mujer para reducirme una infamante papada. Esa mujer me gustó mucho y técnicamente hizo un buen trabajo que yo estoy destrozando poco a poco porque sigo viviendo y su trabajo se deteriora a diario. Luego, he estado años yendo a un dermatólogo (me gusta esa especialidad médica y los que me han tratado han sido muy simpáticos y estupendos profesionales). Pero ahora, he elegido a una mujer, porque entre hombres o mujeres para que se ocupen de las partes más íntimas, prefiero a una mujer. La doctora O., también me gusta y, por si fuera poco, el zurcido que me hizo en la cara le quedó muy bien, aunque el de la nariz, no tanto.