24 FEBRERO 2025

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Película: Testament, de Denys Arcand (2023)
Soporte de imagen
-DIGITAL 12.800
Fecha de diario
2025-02-24
Referencia
10737

HISTORIAS MÍNIMAS 3
“Una mujer elegante que me pasara suavemente la mano por debajo de la camisa así recuperaría yo ahora la presión existencial.” Peter Handke
Sábado, veintidós de febrero de dos mil veinticinco

… O la mano por el pelo…
El protagonista de la soberbia película de Denys Arcand: Testament (2023), así lo entiende con lucidez y algo de desesperación. Contrata a una mujer joven, inteligente y elegante y mantiene sesiones terapéuticas ad hoc con ella. Sí, porque no son sesiones  de ortodoxias psicológicas, sino un contacto humano levemente físico de escucha y atención mutua. Ambos se acarician tiernamente escuchándose. No hay sexo, solo piel y ternura. Él paga para ser atendido y ella cobra para hacerle sentir a él que sigue vivo.
Cuánto tiempo puede aguantar un hombre de setenta años sin contacto físico con otra persona. O una mujer. Soy hombre y sé que mucho tiempo, precariamente, con una calidad de vida de mierda. Las mujeres no lo sé, porque a esos seres no los entiendo.
Por encima del sexo o el leve contacto físico con una mujer elegante, como dice Handke, están las palabras y muy encima, planeando a alturas siderales e inalcanzables, las palabras propias del lenguaje del amor.
Yo, por encima de todo, echo de menos las sencillas palabras amorosas o las expresivas miradas que me acaricien. En caso de que pudiera elegir entre la satisfacción carnal, enardecida incluso, que a mi edad resultaría sospechosa de mentirosa e infame, y la cariñosa atención, preferiría esta.
La tragedia de la solitaria existencia en la edad provecta no son solo las ausencias físicas; sino, sobre todo la falta de palabras.
En la serie que he visto hace unos días y que tanto me ha gustado, Yellowstone, el protagonista, Dutton, interpretado genialmente por un poderoso Kevin Kostner, le contesta a su hija cuando esta le pregunta: ¿estás triste? -No, estoy solo– contesta él. Lo cierto es que él no estaba solo, tan solo lo estaba en su casa, en su entorno había mucha gente. Como protagonista absoluto de la serie, pone remedio a la situación y se echa una novia treinta años más joven.
Eso en las series puede pasar, en la vida sin guion, no pasa. Salvo si pagas un alto precio.
El otro día, en el fútbol, los amigos de mi amigo se referían a un amigo de todos ellos, de más de setenta años, que estaba viviendo una historia de amor fou, al parecer sentidamente correspondida también por ella. Era una pareja exuberante estruendosamente feliz y ese estadio mirífico y arrebatado lo proyectaban hacia el exterior haciéndolo creíble a la gente que les rodeaba. Aparentemente solo había un problema técnico, ella tenía veinte años menos que él.
Esa feliz unión no tardaría en saltar por los aires, justo cuando ella obtuviera lo que fuera que buscara que él tenía, pensé sin sombra de duda.
No, en la mediana edad las diferencias de edad pueden ser sostenibles; en la vejez del hombre son imposibles. Debe ser cosa del olor corporal, se me ocurre o de cualquier otra circunstancia que provoque el asco y pueden ser muchas.
Al menos él ha jugado una prórroga que ha ganado porque habrá hurtado años a la desdicha del silencio amoroso.
La Fotografía: Palabras, por favor, palabras, lo demás da igual. Amorosas, quiero decir, exactamente igual que en esta escena de la maravillosa película de Arcand. El final feliz de esta película fue que él encontró el amor, aunque no creo que le durara porque su enamorada era más joven que él.

Pepe Fuentes ·