MONÓLOGOS SOBRE ARTE 29.1
“La libertad, esa palabra magnífica, he ahí el punto en el que adquiere por primera vez un sentido: la libertad comienza donde nace lo maravilloso”. André Bretón, Luis Aragon
Jueves, veintisiete de marzo de dos mil veinticinco
… Salí del Thyssen a buena hora todavía (poco más de las doce). Me susurré que podía acercarme a la Fundación Mapfre (estaba cerca), a ver 1924. Otros surrealismos. Eso hice.
Le dije a la chica que vendía las entradas que quería una reducida por edad, a lo que ella contestó que no la aparentaba ni mucho menos. Amé a esa mujer arrebatadamente durante unos instantes, pensando al mismo tiempo, que, a fin de cuentas, somos como aparentamos. Lo malo fue que se lo creyó porque no me pidió que lo demostrara, ósea, buena apariencia sí, pero menos.
Eso no impidió que entrara en la muestra de muy buen humor.
Vaya por delante que, el surrealismo, de las vanguardias del siglo XX, es la que más me ha interesado siempre. No solo porque se expresa por sí mismo, ya que no necesita de métodos exigentes, sino que está conectado con partes muy íntimas de cada cual: automatismos, subconsciente, sueños, deseos, instinto, inspiraciones fulgurantes… Con eso basta.
Siempre he practicado esa forma de hacer (no en todos los momentos), o más bien intentado, especialmente al principio (Incipit, llamé a aquella época, que ahora me parece gloriosa, ingenua y feliz, fotográficamente al menos). A pesar de que es difícil establecer fronteras entre el sí o el no surrealista (eso solo lo hizo el propio Breton, porque se erigió en jefe y árbitro); ahora, visto con perspectiva, puede que yo alcanzara algunos logros en ese modo de fotografiar; pero nadie me lo dijo nunca: -pepe, eres un fotógrafo surrealista- por lo que hasta yo dejé de creérmelo y finalmente olvidé que lo fuera, si es que lo fui (yo creo que a veces sí). De cualquier modo, se hace lo que se hace porque sí, porque las cosas no salen de otro modo.
“Nunca supe que era surrealista hasta que André Breton vino a México y me lo dijo. Yo misma aún no sé qué soy”. Frida Khalo
Comencé a fotografiar fuertemente influenciado por mi amigo Carlos Villasante, que perteneció a una generación llamada Nueva Fotografía Española, allá por los setenta, que supuso un fuerte impulso a la fotografía creativa, empezando a desasirse del naturalismo tremendista de los años cincuenta y sesenta, con la revista Nueva Lente, que supuso un fuerte estímulo orientativo de aquel modo de hacer tan fresco y estimulante (salvando las distancias históricas y coyunturales, una especie de Minotaure, revista de los surrealistas de los años treinta en París)
En Europa, desde el comienzo del movimiento surrealista (años veinte) la fotografía estaba plenamente representada con fotógrafos como Man Ray, Marcel Duchamp, Max Ernst, André Breton, Brassai, Salvador Dalí, Philippe Halsman, André Kertesz y Hans Bellmer, o Luis Buñuel (a través del cine: el ojo de la vaca seccionado podía ser una foto fija, el espíritu es el mismo); o en Latinoamérica, con Manuel Álvarez Bravo o Lola Álvarez Bravo, además de que México fuera señalado por Bretón como el lugar surrealista por excelencia.
Con esta disposición entregada hacia el surrealismo, que he mantenido toda mi vida, comencé a ver la exposición encantado de encontrarme allí en ese momento…
La Fotografía: Sueño del cansancio. Grete Stern. 1949, de la serie Sueños. Diseñadora, fotógrafa de la Bauhaus y reconocida por ser pionera en el fotomontaje surrealista. Nacida en Alemania en 1904, emigró y se nacionalizó argentina. Murió en Buenos Aires en 1999. Curiosamente, yo, no conocía la obra de Stern cuando realicé hace cuarenta años una foto parecida: Un hombre, de espaldas, sostiene una gran piedra sobre sus hombros. Imagen que ahora me parece tópica, de catálogo surrealista. No estoy especialmente orgulloso de ella.