DIARIO DE LA BELLEZA 8.2
“El arte verdadero nace de la pasión y el sufrimiento”. Miguel Ángel Buonarroti
«De nada me valen las llaves de San Pedro. Yo las tiro para coger la espada de San Pablo.» Julio II, Papa (216)
Martes, veintinueve de abril de dos mil veinticinco
… Para empezar mi aproximación al Vaticano y los papas, lo haré por Julio II el Papa que auspició la creación de los frescos de la Capilla Sixtina (1473), construida por el Papa Sixto IV. Renacentista. En ella tienen lugar los cónclaves en los que se eligen los papas.
La bóveda de la Capilla fue pintada entre 1508 y 1512 por Miguel Ángel Buonarroti, el enorme Miguel Ángel, quizá uno de los más grandes artistas de la historia, por encargo del Papa Julio II.
Los frescos representan historias del Génesis: Creación, Adán y Eva en el jardín del Edén y el Diluvio Universal, desde la propia interpretación y mirada de Miguel Ángel, que idealiza la figura humana de Dios y la creación del hombre a su imagen y semejanza.
Julio II, tenía otra idea de lo que debía representarse (los doce apóstoles y otros motivos decorativos), idea que Miguel Ángel no aceptó y ahí comenzó el forcejeo entre ambos que, inevitablemente, se proyectó hacia la pugna enfebrecida de dos temperamentos excesivos y apasionados con visiones compartidas, pero a veces divergentes. Ese es el núcleo y esencia de la magnífica película, majestuosamente interpretada por Charlton Heston y Rex Harrison. Afortunadamente prevaleció el criterio del artista (así debía de ser porque el propósito era artístico). Buen cine de otro tiempo, que visto ahora resulta gozoso y de una exquisitez impregnada de una cierta nostalgia.
Hay momentos en las muchas discusiones que mantienen ambos personajes de una intensidad y riqueza dialéctica intensa y emocionante. Las posiciones enfrentadas de Miguel Ángel y Julio II, fueron inevitables, aunque ambos persiguieran lo mismo: la trascendencia a través del arte sublime. En el caso de Julio, porque buscaba la gloria como Papa que protegía y propiciaba la creación artística, que él entiende para mayor gloria de Dios y del catolicismo; pero que no deja de ser un íntimo deseo que le alimenta como hombre. Miguel Ángel actúa del mismo modo, pero entendiendo el arte como el máximo estadio de espiritualidad que puede alcanzar el hombre (por encima de Dios, incluso). Para Miguel Ángel, en el arte está contenida toda la nobleza y sentido al que puede aspirar una persona y si ese arte está dedicado a la mayor gloria de Dios habrá alcanzado el estado de gracia, la máxima realización como ser humano y artista.
Cuando se compromete con un encargo o una obra, mataría o moriría, o se humillaría por terminarla.
Dos personajes como ellos solo podían encontrarse, entenderse, amarse y odiarse al mismo tiempo. Pasión arrebatada, puro Éxtasis.
Eso queda diáfanamente claro en la película y conseguirlo creíblemente es su gran acierto.
La Fotografía: “No hay mayor satisfacción que ver tus propias ideas y visiones tomar forma ante tus ojos”. Miguel Ángel Buonarroti
Miguel Ángel y Julio admirando el resultado de los frescos del artista. Ambos habían mantenido una compleja disputa, un juego dialéctico con el que escenificaban una feroz lucha de egos a través de un rechazo constante del uno hacia el otro. Puro juego estratégico impregnado de rebosante humanidad, de luces y sombras. Se necesitaban desesperadamente. En su fuero interno sabían con certeza que la obra sería terminada. El destino los había elegido para crearla para mayor gloria y sentido en una creencia, que la humanidad necesitaba y necesitaría en los siglos por venir. A veces, lo sobrenatural, y la historia de la decoración de la Capilla Sixtina lo es, me llena de perplejidad y estupor porque no puedo llegar a comprender su grandeza.