10 MAYO 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
Grapadora para mi prepucio
Soporte de imagen
-DIGITAL (JPG) 32. (MOVIL)
Fecha de diario
2025-05-10
Referencia
10857

Diario de un hombre Intranquilo 2.2
“La vida de un hombre es la progresiva renuncia a su pichula, más o menos así es. No deja de ser un colgajo, y en algunos casos es un órgano bastante feo, algunas pichulas son muy retorcidas, o tienen forma como de ballesta, y los prepucios parecen cabezas de peces”.
Manuel Vilas
Jueves, ocho de mayo de dos mil veinticinco

… Hoy, por la mañana, he ido al hospital de Madrid del que hablé el ayer, por lo de mi adorado prepucio que finalmente he repudiado. Me ha recibido una uróloga joven que había visto antes ir y venir de un lado para otro con alegres trotecitos. Le he explicado mi caso (lo de la traición de mi prepucio, retrayéndose sin causa ni motivo, que yo sepa); ella ha querido verlo, claro, para eso había ido. Me ha dicho lo que ya sabía: -hay que operar-. Vale, respondí.
Realizó el informe y me remitió a enfermería donde lo organizarían todo.
Allí, otra mujer me ha preguntado qué cuándo quería operarme, a lo que he contestado con determinación que cuanto antes; ella: ¿mañana, entonces? Vale, respondí.
La enfermera me ha explicado que había dos sistemas: el tradicional de cortar el infame pellejo, tirarlo y luego coser (todo perdido de sangre); y otro, el moderno, con una grapadora (como de ferretería) en la que te meten el pene y el operario aprieta un gatillo y treinta segundos después ya no tienes prepucio, pero sí grapas de acero (según me ha dicho se caen solas en unos días).
El primer método es feo, sangriento e impreciso, pero a coste cero; me lo cubriría mi seguro. Con el segundo el acabado de la circuncisión es más estético y exacto por mecánico, pero tenía coste (más de 1000€). Mi prudencia y realismo (no tengo dinero), me hizo elegir el primero. La decisión me dejó intranquilo y dubitativo. Enseguida, apresurado y nervioso, he dicho: no, no, mejor el segundo, como un niño que no sabe que dulce elegir. En eso quedé con la enfermera.
Me he dicho: prefiero la máxima asepsia y la menor de las molestias, al fin y al cabo, se trata nada menos que de mi pene, que tantas satisfacciones me ha proporcionado en la vida. Qué menos que devolverle los favores con el menor daño posible. Sí, eso pensé.
Mañana, a las tres de la tarde, estaré listo para perder mi pellejo protector al que tanto apego tengo y no como los judíos que se lo quitan enseguida, a pesar de que ahí lo debía haber puesto Dios y por algo sería. Ellos ¡tan creyentes, en el Dios antiguo, además! Me acompañará Naty. Ya veremos cómo sale todo.
Por la tarde pasó algo más: en la entrada publicada el martes contaba sobre una conversación que mantuve con una mujer que contraté para que buscara a una buena mujer para ponernos de novios. Ante la imposibilidad del objetivo en la que estuvimos de acuerdo ambos, la escribí para decirle que, por mi parte, el plan de “búsqueda del amor” ¡¡¡hay que ver lo cursis que se ponen las gentes que se dedican a este negocio!!!, estaba acabado, que lo dejaba, que adiós y buena suerte para todos.
Dos horas después, contestó diciéndome que tenía una propuesta que hacerme (qué curioso, en ocho meses no había dicho ni pío y en un par de horas se le ocurre una) ¡¡¡qué mujer tan graciosa!!!
Bueno vale, le dije. Veamos de qué va el asunto. Solo deseo que sea verdad para que me dé tema de conversación (conmigo mismo) y no un juego para tontos insatisfechos. Hay que ver lo que somos capaces de hacer quienes nos empeñamos en que parezca que nada ha terminado todavía, aunque ya haga años que la función acabó, el telón bajó y las luces se apagaron. Querido mío, date cuenta, que la vida es autoengaño y no mucho más.
Hoy me ha escrito para decirme que la candidata que me había encontrado había decidido largarse de viaje, un mes como mínimo, tal vez a cazar gambusinos allá donde vivan. Deduje que, para esa perfecta candidata –curiosa, de múltiples inquietudes y educada- (solo faltaba que fuera maleducada), según dijo mi agente, la opción viajera resultaba infinitamente más atractiva que encontrarse conmigo. Lo entendí, yo habría hecho lo mismo. El problema no es ese, sino que todo se parecía demasiado a una estúpida patraña y estoy muy harto de las tonterías de las mujeres, así que la agente rehabilitada otra vez despedida.
La Fotografía: El instrumento con el que me extirparán el prepucio, puro bricolaje, que no está mal si es eficaz: la industria entrando en los quirófanos. Qué pensarán los judíos de estos adelantos mecánicos, que, aplicados a sus niños, no invitan a ningún tipo de rito ceremonial: “El libro sagrado de los judíos, el Torah, habla de un pacto entre Abraham y Dios, y el signo visible de este pacto es la circuncisión de todos los hombres judíos”.

Pepe Fuentes ·