DIARIO DE LA BELLEZA 8.7
No morir, seguir viviendo, vivir para toda la eternidad. Esa promesa es el testimonio inequívoco del rechazo a la aniquilación que constituye el fundamento de la existencia humana y de la fe cristiana. Javier Cercas
Jueves, ocho de mayo de dos mil veinticinco
… A estas alturas de mi tentativo relato, los altos misioneros expedicionarios están llegando a Ulán Bator, capital de Mongolia.
Antes, en pleno vuelo, el Papa Francisco recibió en entrevista privadísima a Javier Cercas, para contestar a la pregunta que el autor anunció mil veces (reiterativo, por cierto) que le haría sobre la vida eterna para compartir con su madre.
No dejo de reconocer que ese planteamiento, tan ingenuo y crédulo para un no creyente, pero tan literario, dota al relato de textura emocional y autobiográfica. Sin esa anécdota, probablemente, la obra no sería literaria sino ensayística y su valor testimonial, artístico y trascendental escaso…
Me llamó poderosamente la atención que el Vaticano (trasunto de Bergoglio), eligiera a un escritor ateo confeso, según dice él, por lo que conviene reflexionar sobre las posibles razones verdaderas independientemente de que lo sean o no.
Veamos, se me ocurre, por un lado, que a las autoridades del entramado católico les fuera indiferente lo que pudiera escribir Cercas (improbable); y por otro, que necesitaran un escritor grande y célebre, y Cercas lo es, para que contara su verdad desde una ética indubitable, cierta y creíble (Cercas la transmite, fuera de duda, más o menos), más allá de sus propias descreencias y así presentarse ellos como adalides de una transparencia desprejuiciada y de una liberalidad conveniente; además, tenía que ser así para dotar a la obra de verosimilitud. Fue una inteligente y refinada operación de validación apostólica y personal de Bergoglio (ningún otro Papa hubiera llegado tan lejos).
Con esta obra, Cercas, ha contribuido a la mayor gloria del catolicismo, de la curia Vaticana y del propio Bergoglio; y no, no digo que Cercas haya sido un mero recurso porque él ha hecho un maravilloso trabajo y solo con esa satisfacción creativa y los beneficios que obtendrá (merecidos), todo ha quedado perfecta y honestamente compensado. Por otro lado, Cercas ha ofrecido al proyecto y a sí mismo una perfecta y conveniente coartada sentimental (sagrado amor filial) como era el deseo de su madre de saber si se reunirá con su padre en la otra vida.
Ítem más, ningún escritor auténtico habría rechazado la maravillosa oportunidad por apasionante y enorme de recibir la deslumbrante fuente de luz que emite el Papa.
Con este planteamiento ganaban todos y todos se salvan: el Vaticano y Cercas.
Magníficos negocios humanos porque benefician a todo el mundo y, por supuesto, a mí también como lector.
La Fotografía: En el momento en el que escribo esta entrada, los cardenales estarán concentrados en elegir al nuevo Papa y no sé si hoy, a última hora, habrán conseguido ponerse de acuerdo los dos tercios de los electores en un solo nombre. No hay voto de calidad. Y sí, lo consiguieron: León XIV, Robert Francis Prevost, trasunto de continuidad bergogliana, o eso parece, aunque ya se verá. Los papas son predecibles, siempre lo son y Bergoglio, a pesar de que se diga de él que era imprevisible, no lo era porque León XIV parece el cuidadosamente elegido para dar continuidad a su legado. Imagen de la película, Habemus Papam, Nanni Moretti (2011)