HISTORIAS MÍNIMAS 6
“Quizás haya algo peor que los sueños perdidos…perder el deseo de soñar otra vez”. Sigmund Freud
Sábado, veinticuatro de mayo de dos mil veinticinco
Tal vez no haya soñado nunca. No, ahora que lo pienso, no lo he hecho. Solo he rumiado obsesivamente sobre tonterías imposibles. Ya no lo hago, probablemente porque he aprendido que eso no sirve de nada, o, la peor versión posible, porque estoy cansado, y porque espero tan poco, que ya ni rumiar me apetece.
En ese sentido, y al contrario de lo que Freud decía, es una liberación. Claro que no sé a qué tipo de personas se refería él y qué edad podrían tener y no lo sé porque la cita la he pillado al vuelo en un periódico. No, no es de libro y leída en su orden y con su sentido. Pero me viene bien para hoy.
Ahora, por la tarde, en el absoluto silencio de mi pequeño barrio de tres calles solas (nunca pasa nadie por ellas), y con una sonata de Mozart, interpretada por Maria Joao Pires, de fondo; constato que todo está bien en mi vida, ahora, en este preciso instante.
También que el día me ha venido a trasmano (chapuzas domésticas) y no he podido centrarme en nada, luego nada tengo que decir en la entrada de hoy. Mañana ya veremos. Lo mismo se me ha acabado la necesidad de escribir porque me haya salido del cuadro de la vida normal de la gente y ya pueda vivir el resto de mis días en estado neutro, sin ton ni son.
Me acuerdo de mis abuelos, se levantaban por la mañana, desayunaban, y ya no hacían nada el resto del día; el día siguiente lo mismo y así ad infinítum, y entonces se murieron.
Se dice que no se puede vivir sin amor y no enfermar, Sigmund Freud, otra vez: “Sin amor caemos enfermos”. Qué va, eso no es exacto, o sí; pero es más grave no soñar (versión espiritual del desear), lo que sucede en la edad tardía (la vejez comienza, formalmente, a partir de los 60). Las edades anteriores no tienen ese problema porque para ellos los sueños acuden sin falta, puntuales y serviciales.
Está claro que hoy no estoy inspirado, solo escribo obviedades.
La Fotografía: Este hombre carece de sueños. Lo sé bien, sin sombra de duda.