Diario de mi Felicidad 3 y 2
«Pienso que soy feliz, luego lo soy». Montaigne
Jueves, doce de junio de dos mil veinticinco
… Parece que me he quedado prendido de la felicidad como trasunto del vivir, al menos como motivo para este diario: a veces lúcido; a veces torpe y casi siempre reiterativo (detrás siempre está el mismo diarista, yo mismo).
La cita: tengo un amigo querido que cuando le pregunto qué tal está, siempre me contesta convincentemente: -muy bien- Luego, lo está, sí o sí. Más adelante, cuando atinamos a desarrollar la conversación con las circunstancias que nos asedian en el vivir, el panorama se oscurece un poco, como no puede ser de otro modo a poco que nos fijemos, aunque solo sea porque somos perecederos, mortales, condenados todos. Y los días están contados por un contable gafe.
Sí, ya sé, es absolutamente estúpido pensar en lo obvio porque ese valor solo sirve para verificarlo y pasar a todo lo demás, que son las cosas verdaderamente importantes.
La muerte no sirve de nada, es el hecho más estúpido del mundo, por sabido y previsible. A quién puede importarle la muerte, a nadie, de nadie, ni siquiera al propio muerto.
Una vez llegado a este punto, me podría haber ahorrado todo lo anterior, pero entonces no habría escrito, no tendría entrada, y estaría más cerca de la muerte, por inanición.
Tengo otro amigo, tan querido como el anterior, que cuando le pregunto, me contesta: fatal, y cosas parecidas. Siento mayor empatía con este porque hablamos el mismo lenguaje y sintonizamos en las mismas cosas. A partir de nuestro mutuo estado de ánimo fatalista (quizá nos imitamos), la conversación nos cunde más, se extiende durante más tiempo y el desconsolado consuelo se hace más beneficioso para ambos. Cuando cuelgo siempre me digo ¡hay que ver lo jodidos que estamos, mi amigo-hermano y yo! Pero sigo con mis cosas como si nada pasara.
Mi amigo uno -está bien, porque se lo cree- Mi amigo dos y yo, estamos mal porque nos lo creemos ¡vaya tontería!
Pero bueno, yo tengo un plan (creo que mi amigo dos, no y tendré que ayudarle, si se deja).
Ya hablé últimamente y ayer mismo, un poquito, sobre mi plan regenerativo, que no es otro, que eliminar los deseos. Sonreír o reír más (la fisioterapeuta que me toca el pie izquierdo cada vez que me ve) siempre se está riendo y yo, siempre también, me pregunto ¿de qué se reirá tanto esta mujer? Si su rollo maldita la gracia que tiene. A lo mejor es que está inmersa en un plan regenerativo para alcanzar la felicidad.
Es lo que haré yo, empezaré por reírme mucho en las sesiones de fisioterapia, y a ver qué tal…
La Fotografía: Hoy, durante la mañana he atendido una chapuza de casa (una gotera), a lo que me ha ayudado un especialista que además de cobrar se ha llevado un ojo de mi propia cara: me ha salido carísimo, es más, el tipo me ha estafado con mi beneplácito; pero es que además de feliz soy gilipollas. Luego, he ido a comer con Gabriel, Jackie y Lucía. Hemos comido estupendamente. Eso ha estado realmente bien y, gracias a ellos, he disuelto el mal humor. Cómo no, viéndolas a ellas. Pero, a la larga fue mentira, porque ahora estoy escribiendo a las tres de la mañana porque no me he podido dormir por la auto estafa que he perpetrado contra mí mismo y porque me temo que la puta gotera no está resuelta ¡vaya manera imbécil de mal vivir!